Gran escándalo
Las caídas de los toros, la invalidez de los toros, el escándalo que provocan caídas e invalideces, eso es cuanto cabe contar de las corridas en general y de ese atropello siniestro perpetrado ayer en particular. La cuarta función fallera acabó en gran escándalo; un escandalazo mayúsculo, lluvia de almohadillas, mientras el último torico iba pegando tropezones y volteretas por la arena, y el público -cuya petición de que el presidente sustituyera al torico tumbón no fue atendida-, se desgañitaba gritando "¡Burro, burro!", a la antigua usanza.El sexto torico guapo resultó más inválido que ninguno, pero los otros tampoco estaban sanos ni servían para la lidia. En realidad no servían absolutamente para nada. Eso, de vivos, por supuesto; que, de muertos, buenos solomillos y buenos rabos para estofado habrían de dar. Quizá los ganaderos críen los toros con tal propósito: que sólo den juego en la carnicería. Había muy pocas excepciones y una de ellas era, precisamente, la divisa Cebada Gago, que fue reserva de bravura, garantía de espectáculo y lidia plena hasta hace apenas unos meses. Algo muy grave ha debido suceder en esta ganadería para que, de repente, aquella casta brava se haya convertido en raza ovejuna.
Cebada / Viña, Jesulín, Caballero
Toros de José Cebada Gago, en general bonitos de lámina (excepto lo, chico), inválidos. La invalidez total del 6º provocó un gran escándalo.Rafi de la Viña: estocada corta baja perdiendo la muleta (algunas palmas); pinchazo, estocada ladeada y descabello (aplausos y salida al tercio). Jesulín de Ubrique: estocada y dos descabellos (escasa petición y vuelta); media (pitos y algunas palmas). Manuel Caballero: estocada ladeada y rueda de peones (oreja); estocada perdiendo la muleta (silencio). El público abroncó al presidente y lanzó almohadillas al ruedo. Plaza de Valencia, 15 de marzo. Cuarta corrida de Fallas. Dos tercios de entrada.
Algo ha debido suceder en la ganadería o quien sabe si de camino para acá. Todo es posible. Porque las caídas de los toros no tienen lógica. Resulta que los toros son los únicos animales de la creación que van por la vida pegando tumbos. Sacan una vaca lechera al ruedo, y dará berridos, pegará brincos, pondrá pezuñas en polvorosa al sentir de cerca el reto de un torero cañí, pero no se caerá jamás. Sacan una gallina y revoloteará despavorida hasta quedarse sin plumas y cacareando, pero tampoco se caerá jamás. Sólo los toros se caen.
Picar la gallina
Sólo los toros se caen y, para mayor sarcasmo, salen luego picadores montados en jamelgos acorazados con el perverso fin de pegarlos un puyazo trasero. A los picadores ya les da lo mismo cómo sea lo que tienen que picar. Les ponen debajo la gallina y la pegan un puyazo trasero también. Y la fiesta sigue. Lo que viene a continuación consistirá en pegarle derechazos al toro inválido o a la gallina clueca, cuatrocientos mejor que cien. Aunque no siempre, pues si el esperpento infelice cayó, el derechazo no cuadra. Y entonces es preciso esperar a que recupere su horizontal verticalidad.Rafi de la Viña, Jesulín de Ubrique y Manuel Caballero dominan la técnica de aprovechar que el toro está en pie para molerlo a derechazos, y la desarrollaron sin novedad. De la Viña lo hacía citando fuera de cacho y sufrió desarmes. Jesulín, ahogando una embestida ya de suyo asfixiada, lo cual impresionó a las masas; en cambio la otra, reservona e incierta, le amagaba achuchones, y no se confió. Manuel Caballero corriendo bien la mano a un inválido, y al sexto pretendía corrérsela también, aun cuando mordía la arena y se revolcaba por ella entre estertores.
Y entonces fue el público, y se hartó ya de inválidos, de toreros que pretendían torear toros pútridos, de taurinos incompetentes, de presidentes inútiles, de orates y de desvergonzados, y se puso a gritar "¡Burro, burro!" (a la antigua usanza), y a tirar almohadillas, y a jurar, ¡por estas y la santa Biblia!, que no volverían a verles por allí, ni ciegos de vino.
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