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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tres solistas de excepción

Los conciertos extraordinarios de las Juventudes Musicales de Madrid, que preside María Isabel Falabella, se cuentan por grandes éxitos, tal y como fue el protagonizado el jueves por la violinista Anne Sophie Mutter, en dúo con el pianista Lambert Orkis, ante una audiencia que abarrotaba la sala.La Mutter, ya se sabe, es una concertista fuera de serie. Posee todo en alto grado: esencia, presencia y potencia; musicalidad intensa, depuración estilística, poder comunicativo, belleza sonora, virtuosismo trascendente y un arco que parece no tener fin. Su colaborador, Lambert Orkis, es maestro en toda la extensión y exigencia del concepto, con lo que la perfección absoluta está garantizada y, con ella, la emoción más fuerte alcanzada por vías de un ejemplar rigor artístico.

Juventudes Musicales de Madrid

Anne Sophie Mutter, violinista, y Lambert Orkis, pianista. Obras de Lutoslavski, Schubert y Beethoven. Ciclo Chaikovski (Comunidad de Madrid). Edgar Nebolsin, pianista, y Orquesta Sinfónica. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de marzo.

El programa era precioso y sin concesión alguna ni a la vulgaridad ni a los fuegos artificiales del virtuosismo vanidoso: Partita, de Lutoslavski; Fantasía en do, de Schubert, y Sonata a Kreutzer, de Beethoven. La Partita (1985-1988), dedicada en su primera versión a Pinchas Zuckerman y en su segunda a Anne Sophie Mutter, justifica la categoría de este clásico viviente de nuestro siglo que es el maestro polaco, capaz de reducir a unidad la herencia pretérita y las más alertadas corrientes de la modernidad. Arte de primerísima categoría y singular belleza, vino a demostrar que ante la obra bien hecha y significante el público reacciona con entusiasmo, cualquiera que sea la estética y el lenguaje que se utilice.

Como tantas veces, pero en línea de mayor virtuosismo, Schubert, en la Fantasía en do -escrita al final de sus días-, hace alta música a partir de casi nada: unas ideas sencillas y un par de motivos populares, alguno ya explotado por Mozart. Pero esta música sensible precisa. de intérpretes igualmente sensibles, como lo fueron la Mutter y Orkis. En la segunda parte, el misterio siempre inquietante de Beethoven en su Sonata en la mayor, opus 47, dedicada a Rodolfo Kreutzer. Este "quasi concerto", como reza la primera edición de la obra, es pura maravilla y exige de los intérpretes un poder de penetración al margen de todo convencionalismo. La versión escuchada fue de antología y ante las aclamaciones el dúo ofreció varias obras fuera de programa.

Versión poderosa y fascinante

Por la tarde, en el ciclo Chaikovski, el gran premio de Santander 1992, Eldar Nebolsin, se alzó con el santo y la peana en el Concierto en si bemol menor. La versión del joven pianista fue poderosa, fascinante y madura, a pesar de que ejecutaba la obra en público por vez primera. Encendió el ánimo de todos y el triunfo fue clamoroso. Colaboró la Sinfónica de Madrid con el maestro Víctor Pablo Pérez, quien sobre la encomiable labor en el concierto nos hizo escuchar una preciosa traducción de la Segunda sinfonía 'Pequeña Rusia', además. de la danza eslava, ejemplo maestro de música superficial y de entretenimiento.

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