¿Rodillo popular?
No ES imprescindible identificarse con los gestos teatrales o las evocaciones a los fusilamientos del 36 para compartir con el nacionalista radical Xosé Manuel Beiras su preocupación ante la utilización que el Partido Popular (PP) pretende hacer de su mayoría en el Parlamento de Galicia para reformar el reglamento de la Cámara autónoma de manera unilateral.El objetivo de hacer posible un "funcionamiento más pragmático" del Parlamento, invocado por la derecha para justificar la reforma, puede ser admisible, pero no al precio de impedir o desfigurar las funciones que le son propias. La principal de ellas es la de organizar el consentimiento y la legitimación de las decisiones políticas que vertebran a la sociedad. Difílcilmente cumplirá el Parlamento esa tarea si en una materia consensual por definición, como es la aprobación de su reglamento, se pretende imponer por la fuerza de la mayoría una medida tan discutible como la de atribuir a los miembros del Gobierno la facultad de intervenir en cualquier momento de los plenos, sin que los grupos puedan replicar. Eso que a Fraga le parece natural, "dado que el Gobierno tiene la facultad de gobernar", no existe en ningún Parlamento del mundo, y habría que oír a los compañeros de partido del presidente de la Xunta si una medida similar fuera planteada por los socialistas en las Cortes.
El portavoz popular argumentó la conveniencia de reducir el protagonismo de los grupos para agilizar los debates. Los populares ya plantearon, y aprobaron en solitario, una reforma electoral que elevaba del 3% al 5% el mínimo de votos necesario para obtener representación parlamentaria. Dos de los cinco partidos actualmente representados en el Parlamento de Galicia habrían quedado fuera de haber estado vigente esa norma en las últimas elecciones, y otro, el de Beiras, no habría alcanzado el límite en la convocatoria inmediatamente anterior. Es sabida la inclinación de Fraga hacia el bipartidismo. Una preferencia legítima, pero en el caso de Galicia, donde la abstención suele rondar el 50%, la eliminación de los partidos minoritarios podría significar que el Parlamento autónomo apenas representase al 40% del censo.
La cuestión ha venido a recordar, por lo demás, que uno de los efectos del sistema autonómico es que, al distribuir el poder territorialmente, haciendo posible la participación en él de los partidos que no lo tienen en el ámbito del Estado, pone en evidencia la diferente vara de medir utilizada por los políticos según que estén en el Gobierno o en la oposición. El famoso rodillo que según los populares utilizan los socialistas en Madrid, se convierte en Santiago en sentido de la responsabilidad: "Con consenso o sin él, la reforma es necesaria y la llevaremos a la práctica", ha manifestado el portavoz del PP en la Cámara autónoma. ¿No será que tenía más razón de la que hoy tiende a reconocérsele aquel sabio alemán que proclamó, hace muchísimo tiempo, que "no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino su existencia la que determina su conciencia"? ¿No será que una cosa es predicar y otra dar trigo?
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