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Adiós al 'plan Christopher'

Los deportados palestinos apuestan por la interrupción del diálogo sobre Oriente Próximo

El doctor Mahmud Az-Zahar se rasca la barba, medita un instante contemplando las montañas nevadas del sur de Líbano y luego sonríe. Es una sonrisa amarga, especialmente cuando se le pregunta qué relación existe entre la intensificación de la violencia en los territorios ocupados por Israel y el impacto político que ha provocado el destierro de más de 400 palestinos al sur del Líbano hace 11 semanas. La rebelión palestina en Gaza y CisJordania, dice Az-Zahar, ya no se limita a las batallas entre jóvenes sin más armas que piedras y cuchillos y el Ejército más poderoso de Oriente Próximo."Estamos en guerra", dice Az-Zahar. "¿Es que nadie se da cuenta? Ésta es una guerra que va a ir en aumento mientras permanezcamos aquí. Lo que estamos diciendo, desde este campo, es adiós al plan Christopher ", añade.

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Oficialmente, el portavoz de los 396 palestinos que siguen en un gélido confin del sur de Líbano es otro médico, también de Gaza, el doctor Abdul Azis al Rantisi; pero Mahmud AzZahar, un cirujano de 50 años y padre de seis hijos, antiguo brazo derecho del encarcelado jefe de Hamás, Ahmad Yasín, es el hombre que suele hablar con más autoridad en nombre de los deportados.

Sus palabras en el frío yermo situado cerca de la fantasmagórica aldea libanesa de Marj al Zohur, a tiro de fusil de las trincheras israelíes en el Líbano ocupado, contrastan con las apreciaciones optimistas que se hacen estos días en algunas capitales árabes y en Israel. En esas capitales, el secretario de estado norteamericano, Warren Christopher, ha tratado, en su primera gira por la región como jefe de la diplomacia estadounidense, de separar la cuestión de los deportados con la reanudación de las conversaciones de paz en Washington.

Para Jordania, por ejemplo, la continuación del diálogo está ligada al retorno de los refugiados. La convicción de que la cuestión será resuelta en el plazo de un mes es lo que ha motivado la certeza, en círculos oficiales de Ammán, de que árabes e israelíes volverán a Washington en abril para continuar el diálogo iniciado por la Administración de George Bush en Madrid en 1991.

En altas esferas del Gobierno egipcio se da por sentado que, tarde o temprano, las prioridades políticas de la región -la reanudación de las conversaciones de paz- podrían obligar a pasar levemente por alto el sufrimiento de los deportados.

El Campo del Retorno es un escuálido conjunto de tiendas de campaña que se ha convertido en nuevo símbolo de la diáspora palestina. Además, en las rocas y el barro de la ladera donde habitan los 396 palestinos reside el desafío de Hamás (el movimiento islámico palestino) contra la cómoda postura de una OLP (Organización para la Liberación de Palestina) dispuesta a acudir a las negociaciones de paz para que se esfume su protagonismo diplomático sin precedentes.

Curiosamente, aquí hay más simpatía por la postura de Ammán que por las señales que está enviando la OLP. El sábado, nada más conocerse la noticia de que los jordanos, a pesar de su optimismo, no piensan volver a la mesa de las negociaciones mientras no se solucione el problema de los deportados, los palestinos del Campo del Retorno enviaron lo que puede interpretarse como la más nítida advertencia a Yasir Arafat.

"Si Arafat pretende esquivar la cuestión de los deportados, estará tratando de eludir la voluntad del pueblo palestino", dijo Abdel Aziz al Rantisi, y añadió: "El pueblo palestino no va a aceptar nada a menos que se logre el retorno de los deportados; no habrá más conversaciones mientras no se resuelva este punto".

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