Philippe Sollers triunfa con una novela sobre el atentado contra Juan Pablo II
Le 'secret' alcanza el pritmer lugar en las listas de ventas en Francia
Vivir para ver, Phifippe Sofiers ha escrito un best seller. Hasta ahora el ex mandarín jefe de Tel Quel era una celebridad literaria sin obra, o, mejor dicho, sin lectores. Daba cientos de entrevistas, participaba en innumerables coloquios, aparecía cada dos por tres en la televisión, pero nadie, o muy poca gente, había leído sus textos, con la excepción, quizá, de Mujeres. Pero con su novela Le secret, basada en el atentado perpetrado en 1981 contra Juan Pablo II, Sollers ha alcanzado el primer puesto en las listas de ventas en Francia.
Le secret es la confesión de un hombre al que no se le escapa nada de lo que pasa en este fin de siglo en Roma, Moscú, Washington y el bulevar Saint-Germain. Tiene este hombre informaciones preciosas sobre el asesinato de Kennedy, el hundimiento del comunismo, el narcotráfico y, sobre todo, dos asuntos cruciales: el tráfico mundial de órganos humanos y el atentado contra el Papa.Uno de las decenas de millares de lectores de Le secret es el propio Juan Pablo II, según ha informado uno de los secretarios del Santo Padre. Otro, François Mitterrand, que, en una carta escrita de su puño y letra, ha felicitado calurosamente a su autor. Al crepuscular presidente socialista no parece importarle demasiado el hecho de que, en nombre de una vieja ternura por el general De Gaulle y André Malraux, Sollers participe en los encuentros de intelectuales organizados por Jacques Chirac durante la actual campaña electoral francesa.
Siempre y cuando se hable de él, el único tema que de verdad interesa, a Sollers, de 56 años de edad, le importa un rábano que se le acuse de derechista hasta papista. Sigue apareciendo tan pimpante en las tertulias del hotel de Pont-Royal, con su cigarrillo enchufado en una boquilla, su cabello como un peluquín -¿o es un peluquín?- y sus maneras de libertino.
Comenzó Sollers su carrera en 1957 con Le defi, un texto de 35 páginas al que siguió una seca y corta novela llamada Une curieuse solitude. Luego, a comienzos de los sesenta, fundó Tel Quel, una revista trimestral que sería abanderada del nouveau roman, el estructuralismo y, a partir de Mayo del 68, la revolución cultural de Mao.
A Sollers jamás le han faltado los piropos. Desde su primer texto, Mauriac y Aragon, Breton y Barthes, Céline y Foucault, Derrida y Althusser le auguraron una gran carrera literaria. Lacan dio en la clave al decir: " Es ilegible, como yo".
Y hasta Le secret Sollers ha arrastrado esa cruz. Era brillante, divertido, mundano, provocador, plagiario, payaso y repulsivo; era todo lo que uno quisiera decirle, menos legible. En 1981 escribió Paradis, un texto de casi 300 páginas sin ningún signo de puntuación. En 1983 consiguió un primer gran conato de éxito de ventas con Mujeres, una novela que insertaba relatos eróticos en una especie de crónica de la vida intelectual francesa de los años sesenta. y setenta.
Sollers ha practicado todas las modas de la rive gauche de las últimas tres décadas: el estructuralismo, el psiconálisis, la lingüística, el maoísmo, el libertinaje, el flamenco y las corridas de toros. Ahora se reinvidica de Voltaire, pero, a continuación, hace el elogio de la Iglesia católica, apostólica y romana. Ella, afirma, tendrá la palabra final. Tal vez Sollers sea como aquel andaluz al que intentaban predicar unos testigos de Jehová. Decía el buen hombre: "¿Cómo voy a creer en su religión si no creo en la católica, que es la verdadera?".
Babelia
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