Un prescindible disparate
Primeros planos: Francine Gálvez aparece en sus tareas habituales, como locutora de televisión, con un corte de pelo en montera toreril, para informarnos que unas peligrosas criaturas llamadas snuffers amenazan a una ciudad ignota en épocas venideras aunque no especificadas.Igual arranque que Acción mutante, ¿homenaje a las bromas televisivas habituales en el cine de Almodóvar? Cuesta trabajo decirlo porque, en el fondo, Supernova no se parece a casi nada de lo visto en las carteleras hispanas en los últimos tiempos. Parodia de Frankenstein en cómic o vehículo para el lucimiento de Marta Sánchez, en ningún momento se sabe a ciencia cierta qué diablos han pretendido hacer sus responsables, entre los cuales se cuentan profesionales con talento: Juan Miñón o su coguionista, Juan Francia.
Supernova
Director: Juan Miñón. Con Marta Sánchez, Javier Gurruchaga, Gabino Diego, Chus Lainpreave, Neus Asensi, Ángel Alcázar, Guillerino Montesinos. Estreno en Madrid, cines Burgocentro, Multicines, Multicines Fuenlabrada, Las Rozas Multicines, Multicines El Círculo, Multicines La Dehesa, Palacio de la Música, Novedades, Aluche, Cartago.
Qué han querido hacer es lo que cabe preguntarse, porque lo que han perpetrado queda a las claras en la pantalla: un desabrido, desafortunado tebeo infantiloide que, en el mejor de los casos -los guiños de Gurruchaga en un papel hecho a medida-, hace dibujar una tímida sonrisa, y en el peor, desea los confortables brazos de Morfeo.
Solución, ay, no realizable: lo impiden los chirriantes ruiditos con que de cuando en cuando sorprenden los responsables de la película, pleonasmos para subrayar la aparente comicididad de la imagen. Qué habrán querido hacer. Porque si lo que pretendían era atraer a un público joven y amante de Marta Sánchez, lo cierto es que están dando gato por liebre.
Una película construida a la medida de una cantante que no es actriz, Yo soy ésa, por ejemplo, se hace de otra manera. Los fans de la señorita Sánchez -me dicen que los hay- se sentirán estafados cuando sólo la vean-oigan cantar tres canciones, y además al final, en uno de los clímax más penosos de toda la historia del cine español.
Si lo que se pretendía era una comedia fresca, juvenil y todo lo que se dice en estos casos, pues no, tampoco: una comedia se debe apoyar necesariamente en una férrea construcción del gag y en unos diálogos construidos milimétrica, primorosamente. Y si lo que pretendían era foguear a Marta Sánchez en tareas de actriz, pues hay que convenir que tampoco les han salido las cuentas: Sánchez se demuestra tan anodina como el resto del de reparto, entre los que tan sólo se salvan los excesos de Gurruchaga -aunque a alguien le puedan parecer insoportables- y el gracejo pizpiretil de Neus Asensi. Todo lo demás está bajo mínimos profesionales, artísticos, de guión, de contenido: un perfecto, prescindible disparate.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.