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Los jefes militares croata y musulmán de Bosnia crean un mando unificado

Miguel Ángel Villena

En el mayor secreto y rodeado de extraordinarias medidas de seguridad, Milivoj Petkovic, el máximo representante militar croata de Blosnia, entró el jueves de la semana pasada en Sarajevo. Uno de los personajes más odiados en la capital de Bosnia acudía a un encuentro con Sefer Halilovic, el primer comandante de] Ejército bosnio, para negociar un alto el fuego y sentar las bases de una futura cooperación mil¡tar entre las dos comunidades. Tras semanas de enfrentamientos en todo el territorio bosnio, los teóricos aliados tratan ahora de concentrarse en la lucha contra el enemigo común serbio. La decisión de formar un mando unificado fue el resultado más espectacular de la cita.

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Este pacto, que compromete en principio al HVO (Consejo de Defensa croata) y a la Armije (Ejército bosnio), fue firmado en presencia de altos mandos de las fuerzas de la ONU. La creación de un grupo de coordinación, es decir, un mando unificado que estaría integrado por tres miembros de cada bando, representa una de las escasísimas novedades esperanzadoras de este invierno balcánico. Tras la orden de retirada de todas las trincheras, fortificaciones y barricadas en Bosnia central y en la Herzegovina, las partes han resuelto fomentar de modo urgente el regreso de la población desplazada a sus lugares de origen, así como el restablecimiento de las comunicaciones.

Pero en las guerras que devastan la antigua Yugoslavia, los papeles los suelen agujerear francotiradores y milicianos. Apenas tres días después de este principio de acuerdo, los croatas ya denunciaban que dos de sus soldados y un civil habían resultado heridos por disparos de musulmanes en Gorni-Vakuf, la ciudad más explosiva para las tensas relaciones entre estas dos comunidades. Con sus 25.000 habitantes, Gorni-Vakuf se está convirtiendo en un nudo de conflictos por su disputada posición en los mapas diseñados en la conferencia de paz de Ginebra. Se trata de un foco de guerra que revela el cada día menor control de los altos mandos militares de todos los bandos sobre sus respectivas unidades.

Ataques con artillería y con granadas se produjeron también en otro frente de Bosnia Central, donde las fuerzas musulmanas bombardearon ayer las localidades croatas de Jurici, Uzclol y Glibe.

El acuerdo parece haberse cumplido, en cambio, en la región de la devastada ciudad de Mostar, que con más de 120.000 habitantes antes de la guerra y una población muy igualada de croatas, musulmanes y serbios, se encuentra exhausta e incapaz; de recibir más castigo. Mucho menos si se trata de las represalias mútuas de dos comunidades. que sobre el papel defienden la misma ciudad de los continuos bombardeos serbios.

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Sólo algunos comercios de Mostar se atrevían el pasado viernes a exhibir pequeñas cajas de tomates o de fruta mientras los jóvenes ocupaban las terrazas de los cafés en un desafío a los riesgos de una guerra ya cotidiana. "La situación no es tan grave", cuenta Jakov Bucan, un joven estudiante en las calles de Mostar. "Hoy ha salido el sol, y afortunadamente llevamos varios días sin que los serbios nos disparen".

La situación bélica, de cual quier modo, sigue siendo muy fluida. En Bosnia-Herzegoviria, la simple borrachera en el bar de cualquier pequeña localidad de población mixta puede servir de espoleta para encender la mecha.

Con las líneas de división. territorial trazadas por Cyrus Vance y David Owen de las negociaciones de paz-como telón de fondo, las macabras fichas de ajedrez se mueven sin lógica ni estrategia en muchas oca siones. Fuentes militares occidentales muestran su preocupación en los últimos días, por la creciente anarquía que rige el comportamiento de los ejércitos en los distintos escenarios de la guerra. Por otra parte, el presidente turco, Turgut Ozal, que ayer concluyó su gira balcánica en Zagreb, la capital de Croacia, ha ofrecido su mediación en el conflicto que opone en Bosnia croatas y musulmanes.

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