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Así funcionaba la Rumasa sumergida

El 'holding' creció sin respetar las normas

Rumasa funcionó sin excesivo respeto a "los puntos y las comas" de la ley, tal y como reconoció el propio Ruiz-Mateos horas después de la expropiación. Lo importante era crecer. Y Rumasa creció. A la luz y de forma subterránea. En el exterior (Multinvest, Inversora Iberoamericana -véanse cuadros-) y en el interior.Así, en un proceso que comenzó en 1979, Rumasa creó otro holding sumergido en España, con 160 empresas en el momento de la expropiación. Hubo una Rumasa B en Madrid; una Rumasa B en Barcelona y una Rumasa B bancaria. Se creaban-compraban conforme era tradición en el grupo: con mínimos desembolsos (entre el 10% y el 201/6), aplazando los pagos y con bajos tipos de interés.

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En el exterior, la creación de una red sumergida comenzó en 1975. Reino Unido, Holanda, Panamá y las Antillas Holandesas fueron los lugares elegidos para constituir las sociedades -33 en 1978-, la mayor parte de las cuales carecían de actividad real. De la red exterior, las sociedades dependientes de Multinvest fueron controladas por el Estado. Las dependientes de Inversora Iberoamericana, con intereses en Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador y Venezuela, no fueron recuperadas jamás.

La que sigue es una lista de parte de sus actuaciones beterodoxas, atípicas o irregulares.

Doble contabilidad. De acuerdo con las auditorías de Arthur Andersen (2 de febrero de 1983), la mayor parte de las sociedades del grupo Rumasa" mantenía un doble juego de libros contables. Ruiz-Mateos justificó en un semanario la doble contabilidad porque era "una práctica generalizada en el país entero".

El Impago de impuestos. La fiscal Carmen Tagle, asesinada por ETA y encargada del sumario 10/ 83 sobre Rumasa, aseguró en sus conclusiones que el holding retenía de los salarios y del capital mobiliario "cantidades que luego se omitían en las declaraciones de cada empresa". Las obligaciones incumplidas, sólo entre 1978 y 1983, se elevaban a más de 86.000 millones.

Encubrimiento de pérdidas. Cuando había pérdidas se revalorizaba arbitrariamente el activo. En 1982, poco antes de la expropiación, Ruiz-Mateos ordenó contabilizar, sin más, 300.000 millones como "valor estimado del fondo de comercio de la cartera de participaciones".

Percepción de dividendos atípicos. Entre 1972 y 1974, Rumasa, SA, para mejorar beneficios, ordenó a varías filiales la entrega de "dividendos a cuenta" cuyo importe superaba sus resultados. Entre 1977 y 1982, Ruiz-Mateos y sus hermanos cobraron 480 millones como "dividendos a cuenta", a pesar de que Rumasa tenía pérdidas.

Donativos. Ruiz-Mateos donó, entre 1977 y 1981, 3.000 millones, a pesar de las pérdidas del grupo -más de 100.000 millones-

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