El discurso de Aznar suscita escepticismo en Cataluña
Los empresarios catalanes han recibido con escepticismo el primer esbozo del prograna económico de José María Aznar. La modificación del tipo de cambio de la peseta con "otra inevitable devaluación", la reconsideración a la baja del papel de España en Europa y la reducción del sector público forman el apretado resumen de la exposición de Aznar ante los miembros del Instituto de la Empresa Familiar, el, miércoles por la noche. El presidente del PP congregó, a puerta cerrada, a unos 30 miembros del centenar que componen el influyente lobby de patrones al frente de la gran empresa familiar.Joan Molins (presidente del Círculo dc Economía), Ignacio Ferrero (Nutrexpa), Leopoldo Rodés (Grupo March) y Josep Maria Figueras (expresidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio), entre otros, coinciden en apreciar la frialdad con la que los empresarios recibieron el mensaje del líder delPP. El primer contacto preelectoral de Aznar con el mundo de la economía real en Cataluña se prolongó por espacio de varias horas -conferencia privada, coloquio y cena en un hotel de Barcelona-, "para acabar resumiendo un perfil del político más entrañable y con menores pretensiones didácticas de las que son habituales en él", explica un destacado miembro de la junta del Instituto de la Empresa. Aznar acabó calando más por su falta de solemnidad en privado que por el interés de su mensaje público.
Aznar habló nuevamente de la necesidad de suprimir organismos públicos para reducir el déficit del Estado "a riesgo de que los socialistas rescaten la acusación de thatcherismo mesetario que se me hizo cuando era presidente de Castilla y León". Reiteró el hilo conductor de su precampaña -"mejorar la economía del país exige un cambio político"- y, paralelamente, satisfizo determinadas aspiraciones del lobby empresarial familiar al asegurar que su partido reformará la fiscalidad sobre sucesiones y transmisiones, aunque sin prometer un tratamiento más blando de las plusvalías.
Empresa y nación
Las preguntas de los empresarios desencadenaron el electoralismo de Aznar. Tuvo que respondonder a la provocación dialéctica de Josep María Figueras, quien en pleno debate había sentenciado: "Primero soy catalán y después empresario". En un acto reflejo, el invitado se dirigió por un instante a los representantes de grandes compañías con sede en Madrid, presentes en el acto, como Rafael del Pino, José María Entrecanales, Publio Cordón y Plácido Arango. No advirtió el laberinto de complicidades sobrevolando la atmósfera de la reunión. Resultó demasiado evidente su intento de soslayar el problema de las nacionalidades apelando a la responsabilidad implícita en el discurso económico de Estado, "y finalmente cayó en una exaltación de la españolidad", señala otro miembro del Instituto de Economía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.