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Juzgado un médico que no detectó una malformación fetal

Joaquim Vila, ginecólogo, fue juzgado ayer por imprudencia temeraria al atender a una embarazada, de 40 años de edad, cuyo hijo nació con síndrome de Down. La acusación particular, que representa a los padres del niño, nacido en 1989, solicita 200 millones de pesetas de indemnización y cuatro años de cárcel para el médico. El fiscal pide la absolución, al entender que no existe relación de causa-efecto entre la actuación del ginecólogo y el nacimiento del bebé con una malformación congénita.

Vila declaró al tribunal que no recomendó la prueba de la amniocentesis a la madre porque creyó que suponía un cierto riesgo de aborto y que, por otra parte, le constaba que ella quería tener el hijo. La mujer tiene otros tres hijos completamente normales.

El médico reconoció que, si sus pacientes no se lo solicitan, no informó "de la posibilidad de realizar este examen a no ser que exista en la mujer un antecedente". El abogado defensor, Joaquín Ortal, que catalogó la práctica del aborto como un crimen, aunque sea bajo los criterios legales, manifestó que "la única manera de prevenir el síndrome de Down hubiera sido matando al feto".

La madre dijo que, de saber que su hijo padecía esa deformación, hubiese abortado.

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