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El secuestrador de un avión de Lufthansa se entrega al FBI al llegar a Nueva York

El avión de Lufthansa secuestrado en la mañana de ayer cuando volaba en dirección a El Cairo y Addis Abeba aterrizó a las 3.51, hora de Nueva York (21.51, hora peninsular española), en el aeropuerto John F. Kennedy ante la mirada atenta de más de cien agentes del FBI, la policía de la ciudad y los equipos especiales SWAT. El secuestrador Shuriye Fyad Farab, un somalí, no opuso resistencia. Los 104 pasajeros abandonaron el aparato sanos y salvos. El FBI informó que Fyad pretendía asilo político y solicitar la intervención en Bosnia.

A pesar de las primeras informaciones ofrecidas en rueda de prensa por agentes del FBI, poco después Thomas Roche, el fiscal del distrito que se ocupará del caso, ofreció una versión completamente distinta. Roche aseguró que el secuestrador se llama Nybiu Demebe, que es de origen etíope y que no tenía ninguna reclamación política que. presentar. Roche afirmó que el secuestrador no tiene ninguna conexión con Bosnia y añadió que no comprende como pudo generarse- tanta confusión al respecto.El único hecho indiscutible es que el avión aterrizó en Nueva York después de las diez de la noche, hora peninsular española y un hombre descendió lentamente la escalerilla con las manos en alto. Desde la cabina, el piloto del aparato de Lufthansa, el comandante Gobel, levantaba ostensiblemente un arma para advertir a los agentes del FBI de que el peligro había acabado. El secuestrador sólo había logrado una de las tres exigencias que le atribuía el- FBI: aterrizar en el aeropuerto internacional de Nueva York; las otras dos, conseguir asilo político en Estados Unidos y lograr que la Administración Clinton intervenga en el conflicto de Bosnia-Herzegovina se hundieron en el fracaso de un secuestro que concluyó sin desgracias. Fuentes judiciales indicaron que puede ser condenado a una pena de 20 años de cárcel o a cadena perpetua.

Segundos después de que el secuestrador fuera rápidamente reducido y alejado del lugar de los hechos por el único vehículo que se podía ver en la pista número 22R, todo el operativo que había sido montado desde que se tuvo conocimiento del secuestro del avión, se puso en marcha.

Una escalerilla fue acercada a la parte trasera del avión y por ella subieron unos 15 agentes vestidos de azul oscuro que se encargaron de desalojar pacíficamente a los 94 pasajeros y 10 tripulantes y de comprobar que no había más peligro oculto en el avión. Las armas desplegadas por los agentes especiales encargados de que la tragedia de concluyera sin víctimas, incluían artillería dotada con rayos láser y otras muy sofisticadas.

En la cabina de los pilotos, además de su pequeña pistola que las autoridades no confirmaron si estaba cargada o no, el secuestrador nacido en Somalia, cuya nacionalidad actual se desconoce, había dejado una nota escrita en inglés y en alemán, las dos lenguas que utilizó para negociar. En la misiva se leía: "Gracias, aquí tenéis mi adiós".

Jim Fox, el jefe del FBI de Nueva York encargado de coordinar la operación, se congratuló de que no hubiera sido necesario emplear a los equipos de asalto especiales SWAT.

Los pasajeros, en su mayoría egipcios, fueron trasladados a hoteles y después de que el FBI les tomara declaración podrán regresar a su país de origen o a su destino inicial, El Cairo, en las próximas horas.

El Airbus A310-300 de Lufthansa había sido secuestrado doce horas antes, poco después de su despegue del aeropuerto de Francfort. Tras repostar combustible en Hannover puso rumbo a Nueva York, donde, el secuestrador prometió entregarse.

El pirata áereo que, al parecer, llegó a amenazar en los primeros momentos con disparar contra los ocupantes del avión para lograr su objetivo, pareció desarrollar luego una buena relación con el piloto, quien, por el tono de una conversación mantenida con la torre de control, dio a entender que el secuestrador no era un hombre peligroso.

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