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Regiones y ciudades de Europa

El pasado 8 de mayo, el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, definía en Barcelona a las ciudades como Ios elementos esenciales de la construcción de la Europa auténtica", como Ios intermediarios indispensables entre un poder que se aleja, con problemas que, se complican, y sus ciudadanos". Más recientemente, el canciller alemán Helmut Kohl se manifestaba partidario ante el Bundestag de "incluir con más fuerza que hasta ahora a las ciudades y los municipios en la obra de la unificación europea". También el presidente de la Asociación de Regiones de Europa (ARE), Jordi Pujol, ha reconocido la coexistencia de ciudades y regiones en el llamado Comité de Regiones.En el artículo 198, la declaración de Maastricht dice que este Comité de Regiones está formado por regiones y poderes locales. Con un exceso de ingenuidad o, al contrario, con una punta de malicia, se ha dicho que las ciudades están presentes porque hay países que no tienen regiones,

En efecto, la mayoría de los países de la Comunidad Europea no están organizados en regiones, pero no es por este motivo por el que el Comité está formado a la vez por regiones y poderes locales, sino por el principio de subsidiariedad incorporado en la propia declaración de Maastricht.

El principio de subsidiariedad, o de proximidad del poder, dice que nada debe hacerse en un nivel de gobierno más alto que aquel que pueda hacerlo con igual eficacia. La carga de la prueba de la eficacia se supone que radica en los niveles superiores de gobierno. En principio -según el concepto de subsidiariedad- el nivel más próximo de administración es el más adecuado.

Éste es un principio profundamente democrático, pero es, además, un principio que opta por una de las posibles confirmaciones de la democracia: la que minimiza la distancia entre el ciudadano y el administrador público, a igual eficacia. Indirectamente introduce, por otra parte, una consecuencia quizá no requerida por todos: la de la igual dignidad de todos los poderes.

Ésa es la cuestión: las ciudades y poderes locales defienden la igual dignidad y, por tanto, la composición equitativa o equilibrada del Comité de Regiones. Algunas regiones europeas defienden la exclusividad del Comité en base a un nominalismo equivocado. ¿Por qué lo hacen? ¿Hay alguna razón para ello, aparte del corporativismo más o menos legítimo?

Hay la siguiente razón, que en la España de las Autonomías hemos de entender: hay "regiones europeas", como Cataluña, que además son naciones naciones sin Estado, pero naciones, o nacionalidades, como dice la Constitución.

Estas regiones nacionales quieren participar de aquello que su ausencia de Estado les ha quitado: la soberanía. En alguna medida, ésta es nuestra aspiración, y lo es también, probablemente, en las regiones belgas y los länder alemanes. En este sentido, el Comité de Regiones creado por el Tratado de Maastricht ha aparecido como un deus ex machina, como una solución ideal de un problema insoluble.

Quizá sería soluble a la larga, cuando otros países hayan hecho su regionalización o federalización y se pueda hacer en Europa lo que España en buena medida ya ha hecho. Mientras tanto, con paciencia y con generosidad, catalanes y valones y flamencos y alemanes de todos los länder hemos de compartir del Comité de Regiones (y Ciudades) con las ciudades, y a través del diálogo, ir configurando un rol más específico para unos y otros en la Europa del siglo XXI (de aquí a siete años).

De otra manera, habríamos cometido dos errores: a) malbaratar las inmensas posibilidades de la democracia local como sistema de integración de la gente en la política, y b) no tener en cuenta que es el propio concepto de soberanía nacional el que se va "ablandando" a medida que el principio evidente de la igual dignidad de los poderes va creciendo y el nuevo contenedor global que es Europa se va afirmando.

Con Jordi Pujol como presidente de la Asociación de Regiones de Europa, hemos llegado de hecho al acuerdo de posponer hasta 1996 (año de la revisión del Tratado de Maastricht) la definitiva configuración del Comité de Regiones y de hacer juntos, regiones y ciudades, el camino hasta 1996.

Es una medida de prudencia. Respetémosla. La Asociación de Regiones de Europa y el Consejo de Municipios y Regiones de Europa, que respectivamente presidimos, ganarán así credibilidad. De otra manera, la perderían las instituciones y nosotros mismos.

es alcalde de Barcelona y presidente del Consejo de Municipios y Regiones de Europa.

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