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Las abuelas no olvidan

Entre los 354 refugiados bosnios instalados en La Manga del Mar Menor hay cuatro personas mayores de 60 años. Son cuatro abuelas a las que la guerra ha profundizado las arrugas de sus caras y la tristeza de sus ojos. Han llegado acompañando a un hijo y a unos cuantos nietos, pero no olvidan que atrás han dejado a otros hijos desaparecidos, a hijas y alguna de ellas, incluso al marido.

Para ellas no empieza una vida nueva; se trata más bien de una espera hasta que se cumpla el sueño de volver. Están desgarradas, se sienten perdidas y el cansancio del dolor se les ha metido en los huesos. Estrechan contra sí a sus nietos, pero sienten el vacío de los que no están. No han querido las ropas y vestidos que les entregaba el Gobierno español y que los demás han aceptado complacidos. Ellas siguen llevando con orgullo las faldas largas y el pañolón en la cabeza que manda la tradición de sus mayores. "Gracias", dice una, pero la voz se le quiebra y las lágrimas se le resbalan.

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