Cola en la Alhambra
Voy con frecuencia en mis vacaciones a Granada, entre otras razones, porque es una preciosa ciudad. Estando allí la pasada Navidad, decidí enseñar la Alhambra a mi hija de 14 años el domingo 27 de diciembre.Una vez en la explanada del palacio, nos quedamos asombrados al ver la cola para sacar las entradas, por lo que decidimos, ya a pie, ir al Generalife y limitarnos a ver sólo esa parte. Allí había una pequeña cola para sacar los billetes (unos 10 metros), pero, ante mi sorpresa y la del resto de los que esperábamos, tardamos más de media hora en llegar a la ventanilla
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(durante este tiempo, la cola aumentó extraordinariamente). Al llegar al final, la explicación para tal lentitud era obvia: ¡había un solo empleado tecleando y más tarde imprimiendo cada una de las entradas en un ordenador, lo que produce un retraso importante, y, a mi entender, innecesario.
Esta entrada (que, por cierto, no es barata) no va acompañada del mínimo folleto informativo. Pero todo ello no por incómodo fue lo peor; al entrar en el recinto, un empleado nos informa de varias cosas. La entrada es total (para ver todo el conjunto), es válida sólo para ese día (no estaría de más que se pudiera ver, por ejemplo, un día el Generalife y otro la alcazaba y los palacios, a voluntad), y además eran las 12.25, ¡y teníamos como hora límite para entrar a los palacios las 12.30! (más de 1,5 kilómetros de distancia). Ni nosotros ni los extranjeros que había en los alrededores y que estaban sufriendo la misma situación llegamos a comprender muy bien el problema de cómo prácticamente antes de entrar al monumento ya habíamos perdido la oportunidad de visitar lo más interesante del mismo y que tanto nos había costado alcanzar.
Le escribo esta carta con la tristeza de una persona que adora Granada, y con la indignación de pensar en el trato que le damos a esa enorme cantidad de personas que viene, a veces de muy lejos, a visitar uno de los monumentos más emblemáticos del país-
