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Los tesoros pictóricos de la galería Borghese salen a la luz en la iglesia romana de San Michele

El templo aloja provisionalmente parte de la mejor pintura italiana de todos los tiempos

El Ministerio del Patrimonio Cultural italiano ha tomado la decisión drástica de exponer como sea lo mejor de los 500 cuadros que integran los fondos de la romana Galleria Borghese, cerrada al público, "por obras", desde febrero de 1984. Entre las obras se encuentra un buen número de obras maestras de la pintura, sobre todo italiana, de los siglos XVI y XVII, y, en consecuencia, de todos los tiempos. Esta exposición de valor excepcional tiene por marco atípico la iglesia del gran hospital de San Michele, recientemente restaurado, y permanecerá abierta indefinidamente.

Girar la puerta de una iglesia y encontrarse a la derecha con una magnífica Dama con unicornio, de Rafaello, y o ro igualmente espléndido Retrato de hombre firmado por el mismo genio de Urbino, que destacan en un muro junto a otro cuadro de Palma, Il vecchio, y a un extraño San Juan del Bronzino, entre más obra original y algunas copias de mérito, como la de un retrato de La Fornarina realizado por Raffaellino del Colle, es una experiencia que se sale de lo corriente.Pero el encanto llega al culmen cuando, volviéndose hacia la izquierda, el visitante se en frenta a una Leda, de Leonardo, a la célebre Venus y Amor, de Lucas Cranach, a dos Lucrecias de Ghirlandaio, a una bellísima Madonna de Francesco Francia y a una cortesana de facciones increíblemente modernas, obra de Carpaccio Todo ello en un espacio que podría ser el recibidor de un buen domicilio privado.

Talleres de artista

Las obras trepan por paneles metálicos blancos, formando hileras de dos, tres, cuatro y hasta seis cuadros, de modo que el visitante tiene la impresión de haberse colado, sin saber cómo, en uno de aquellos atestados talleres de artista en boga hasta el siglo XV, que luego fueron tomados como motivo por pintores del XVII, y por Watteau entre ellos. En general, esa ilusión compensa los esfuerzos que el cuello debe hacer para tratar de situarse en. la imposible posición que permitiría, por ejemplo, ver libres de reflejos dos magníficos giorgiones que penden ya al borde de las bóvedas neoclásicas que el papa Sixto V mandara construir a finales del siglo XVI, para centro devocional del. gran hospital romano.No parece, en cualquier caso, muy razonable criticar el montaje de esta muestra, ya que no responde al capricho de ningún excéntrico arquitecto de interiores, sino a puras necesidades de espacio: las obras expuestas son 276, y la superficie de la planta de la iglesia de San Michele no superará los 1000 metros cuadrados. Alberto Rochey, el nuevo ministro italiano del Patrimonio Cultural, que procede del periodismo y ha llegado a la poltrona con el ánimo de poner coto a algunos problemas seculares típicamente italianos, no ha logrado encontrar sitio mejor que éste para sacar a la luz unos tesoros que dormían forzosamente desde hace ocho años.

Durante ese tiempo, como consecuencia de unos trabajos de sustentación del suelo, que al parecer tiende a hundirse en la tierra de uno de los más célebres parques romanos, la villa que sirvió de residencia veraniega a los Borghese, sede de una de las mejores colecciones artísticas de Italia, ha sido sólo visitable en el piso que contiene la escultura.

Basta la visión de un' luminoso rubens de buen formato para entender hasta qué punto ha sido injusto el sueño de la pinacoteca guardada en el mismo palacio. Dicha obra representa El llanto sobre Cristo yacente y se encuentra inmediatamente después del ingreso de la exposición de San Michele ya descrito, dando acceso a las dos alas principales que alojan el grueso de la muestra, a ambos lados del crucero.

En la de la derecha, dos autorretratos de Bernini, un gran Moisés de Guido Reni, dos magníficos guercinos y otros tantos domenichinos dan paso, confudidos entre más obras de Sassoferrato, Pietro de Cortona o Caracci, a seis cuadros de Cavavaggio -entre ellos el autorretrato en imagen de Baco- que por sí solos ya serían largamente merecedores de todo el espacio disponible en el templo. En la de la izquierda destaca una enorme obra mitológica de Lanfranco, entre otros cuadros de Veronese, Corregio, Paris Bordone, Giulio Romano, Dosso Dossi, Barocci y dos tizianos que no están a la altura de su autor ni del resto de la colección presentada.

Dura contestación

Alguna otra iniciativa igualmente determinada del ministro Ronchey, como la de cerrar las termas de Caracalla a unos espectáculos operísticos que de tales tienen poco debido a las malas condiciones acústicas del recinto, ha sido contestada duramente incluso ante los tribunales. Por lo que se refiere a la exposición de San Michele, el ministro ha prometido que no se cerrará mientras él permanezca en el cargo, al menos hasta que la sede del Palazzo Borghese vuelva a estar en condiciones. Según dicen ahora los responsables de las obras, eso debería ocurrir dentro de otros dos años.

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