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La ayuda no pasa por la frontera

La comida que los pobladores próximos acercan a escondidas hasta el Campo del Retorno seguirá siendo, por ahora, el principal sustento de los palestinos deportados. El subsecretario de las Naciones Unidas, James Jonah, concluyó ayer en Jerusalén su misión mediadora con un fracaso. Ni Líbano, ni Israel están dispuestos a ceder en el asunto del paso de los convoyes de la Cruz Roja Internacional para socorrer a los expulsados.Beirut rechazó el martes la oferta israelí, que consistía en dejar pasar los convoyes a la zona de seguridad siempre y cuando éstos partieran del Líbano. El primer ministro israelí, Isaac Rabin, informado por Jonah de la posición libanesa, dijo que la de Israel tampoco se movía. El diario independiente israelí Yediot Ajronot aseguró ayer que, a pesar del lenguaje, el Gobierno Rabin estaba dispuesto a autorizar el paso de convoyes humanitarios. La semana pasada, el Gobierno rechazó esta posibilidad por tan sólo dos votos. El rechazo provocó un acalorado debate moral en la sociedad israelí.

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La presión interna sobre el Gobierno es grande. El Gran Rabino sefardita, Eliahu Morelekhay, aseguró ayer que "Israel debe mostrarse más compasivo". En otro momento dijo: "Si hay un hombre con hambre y frío debemos ayudarle... nosotros los judíos somos gente con corazón, y si hay alguien que sufre tenemos la obligación moral de acudir en su ayuda".

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