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El arcipreste de Irún regresa a prisión convencido de que vive "una injusticia"

José Ramón Treviño, arcipreste de Irún (Guipúzcoa), condenado a tres años de cárcel -por colaboración con ETA, volvió ayer a la prisión de Martutene (San Sebastián), tras disfrutar de un permiso extraordinario de cinco días. Treviño, acusado de haber refugiado en su parroquia a los miembros del comando Mugarri Ignacio Rekarte y Angel Luis Galarza cuando regresaban de Santander tras cometer un atentado en el que murieron tres personas, señaló que volvía a la cárcel con "buen estado de ánimo" pero con la seguridad de que es víctima de "una situación injusta".

Tras la celebración de su último acto religioso en la parroquia de Artia, el arcipreste afirmó que ha meditado mucho durante los nueve meses que ha pasado en la cárcel, y que se siente víctima de una situación injusta. "Es la sensación de un gran absurdo, porque ni soy tan malo como se dijo en su - momento, ni tan bueno como afirman ahora mis feligreses", dijo.Treviño, que se definió como "una persona de paz", puntualizó que su actuación debía situarse en "una perspectiva humana y evangélica". El arcipreste conocía desde hace años a Rekarte, uno de los dos etarras a quienes refugió en su parroquia, a quien había ayudado a desengancharse de la droga. 'Las actuaciones no se juzgan sólo por la materialidad de los actos, sino también por las motivaciones personales", afirmó.

Según el arcipreste -tercero en la jerarquía eclesiástica guipuzcoana, tras el obispo José María Setién y el vicario general, José Antonio Pagola-, no se necesita ser creyente para entender su actuación desde una perspectiva humana: "El tema de la conciencia es válido para creyentes y para agnósticos o no creyentes".

Treviño, que ha abarrotado su iglesia durante todos los actos religiosos que ha celebrado estos días, puede salir de la cárcel en menos de un año si le reducen la condena por buena conducta. Sin embargo, la sentencia de la Audiencia-Nacional, que le aplicó una eximente incompleta por considerar que vivió un conflicto personal entre su deber de no alojar a dos etarras y su deber de socorrer a un amigo, está recurrida por el fiscal y la Asociación Víctimas del Terrorismo.

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