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La fundación Ana Frank acoge una exposición sobre 'El lado feo del nacionalismo'

Isabel Ferrer

"El nacionalismo no ha resucitado; nunca murió. Como el racismo. Ambos conforman las fuerzas más poderosas de nuestro mundo actual". Esta reflexión, efectuada en 1991 por el filósofo británico lsaias, Berlin, recibe al visitante que acude estos días a la Fundación Ana Frank (institución en memoria de la joven judía víctima del nazismo), en Amsterdam. Le acompaña durante un corto pero intenso recorrido durante el que descubrirá, a través de fotos y textos, El lado feo del nacionalismo. Un sentimiento ajeno al de legítima pertenencia a un lugar o el amor a la propia tierra, que sacude en estos momentos Europa y la somete a conflicto bélicos por vez primera desde la II Guerra Mundial.

Sin perder el tono pedagógico que la anima, la fundación ha tratado de plasmar en imágenes la frase que Otto Frank, padre de la autora del famoso diario, le escribió a un escolar flamenco en 1969: "Unos pueblos no son mejores que otros y el nacionalismo exacerbado conduce con frecuencia a la guerra".Concebida como un viaje a través de Europa, la exposición demuestra las peligrosas similitudes entre expresiones como 11 pureza de raza" y "limpieza étnica". La primera movió a la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial y resultó fatal para más de seis millones de judíos. La segunda se practica ahora en Yugoslavia y sus víctimas son sobre todo musulmanes. "Necesitamos anticuerpos que actúen contra el nacionalismo erróneo y anidado en algunos. Los políticos no podemos cejar en esta búsqueda", dijo Ruud Lubbers, primer ministro democristiano holandés, que acudió a inaugurar la exposición.

Sin caer en partidismos, la Fundación Ana Frank recuerda también que lemas- como Los franceses primero, Alemania para los alemanes o Nuestro pueblo antes, este último defendido, por partidos de extrema derecha en Bélgica y Holanda, resultan absurdos en un continente donde viven y trabajan más de 10 millones de inmigrantes. "Y donde buena parte de sus países ha suscrito la Declaración Universal de Derechos Humanos".

Las explicaciones que acompañan algunas fotografías resultan aquí tanto o más ilustrativas que las imágenes. Junto a la, pregunta ¿Igualdad de derecho?", aparece por ejemplo el 90% de los escolares albaneses de Kosovo apartados de la enseñanza oficial serbia. 0 bien los 10 millones de gitanos de las familias sinti y roma, discriminadas en Europa. Sin olvidar tampoco estados como Estonia, donde el 40% de los ciudadanos rusos no puede votar.

El lado feo del nacionalismo trata de no caer en la ingenuidad y reconoce que una Europa sin estados ni fronteras no es realista. Pero se interroga de nuevo sobre si ello debe suponer el refuerzo de los límites exteriores hasta el extremo de convertirla en una auténtica fortaleza. Al final del recorrido las incógnitas siguen abiertas, pero texto e imágenes convergen en una misma certeza: la del nacionalismo extremo como la mayor amenaza para la democracia y los derechos humanos en Europa.

La exhibición permanecerá abierta en Arnsterdam hasta el próximo 5 de febrero.

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