Buscadores de planetas
Los astrónomos confían en la observación infrarroja para descubrir nuevos mundos
Eric E. Becklin, considerado el padre de la astronomía infrarroja, aguarda impaciente el lanzamiento del satélite ISO, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), "para encontrar muchas más estrellas que demuestren, aunque sea de forma indirecta, que existen otros planetas", declaró a EL PAÍS en Tenerife, donde participó en la IV Escuela de Invierno del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). El ISO, que se pondrá en órbita en septiembre de 1995, tendrá su base científica en Madrid.
El profesor Becklin, un científico jovial, de la Universidad de California (EE UU), que bromea para restar trascendencia a sus decisivas investigaciones en esta revolucionaria rama de la astronomía, descubrió en 1965 un objeto misterioso en el espacio bautizado con el nombre de Becklin-Neugebauer.El objeto PN (las iniciales responden a su apellido y al del profesor norteamericano de origen alemán coautor de su publicación), localizado en la nebulosa de Orión, surgió como una joya inédita, la primera candidata a una protoestrella, es decir, a una estrella muy joven aún, en fase de formación.
La astronomía infrarroja estaba en pafiales y fue el primer objeto de su clase que salió a la luz, ya que su aspecto completamente oscuro lo había hecho imperceptible al sistema óptico.
Colón del universo
Este pionero de la moderna astronomía, que afirma disfrutar con su trabajo de Colón del universo, volvió a sorprender al mundo científico, hace cuatro años, con el hallazgo de la estrella más fría encontrada hasta el momento, un perfecta aspirante a enana marrón.Becklin se define como un buscador incansable de enanas marrones (objetos intermedios entre estrellas y planetas), el último grito de la astronomía, según él, y sabe que en otras partes del mundo, sin ir más lejos en el IAC, diversos grupos de astrónomos han anunciado también el hallazgo de posibles candidatas a este eslabón perdido del más allá.
Él cuenta con una ventaja, la ayuda del telescopio infrarrojo, mientras otros se mueven en el campo óptico. 'Tas enanas marrones, precisamente por lo frías que son, emiten la mayor parte de su radiación en infrarrojo; con el óptico hay que tener mucha suerte, porque son menos visibles, y después es dificil probar que son verdaderas candidatas% explica.
El infrarrojo, con menos de una década de plena aplicación en esta especialidad recién nacida, es hoy día la atracción de los estudiantes de astrofisica en el mundo entero. "Hemos seleccionado a jóvenes de 21 países y los hemos reunido en un hotel de la isla con los creadores de la vanguardia en la astronomía" destaca Francisco Sánchez, director del IAC.
Casi toda la información que proviene del cosmos llega en forma de radiación electromagnética, y durante mucho tiempo los astrónomos han trabajado en gran medida a ciegas, dado que sus ojos sólo podían ver una mínima parte, la luz visible. La astronomía infrarroja ha abierto una gran ventana, de par en par, para mirar al universo, ya que su amplitud es 2.500 veces mayor que la de otros medios.
Lo nuevo es lo invisible. Comienzan a aparecer nubes de gas y polvo interestelar, posibles estrellas similares al Sol, candidatas a enanas marrones y vestigios de otros planetas aún por descubrir. Y está, además, el gran enigma que habita en el corazón de la física y la astrofisica actualmente: la materia oscura del universo.
"Con el telescopio óptico, con la radiación visible, apenas conocíamos una mínima fracción de la masa total del cosmos, probablemente sólo el 1%. Cuando añadimos el infrarrojo quizá estamos viendo un 2% más. Aún así, yo sé que hay un inmenso universo ahí fuera que todavía queda por descubrir", señala Becklin.
La astronomía infrarroja está llamada, en su opinión, a facilitar la detección de la vida extraterrestre, pues podrá captar en otros planetas las resonancias moleculares del material que forma la vida en la Tierra. "A título personal, opino que un día descubriremos que efectivamente hay más vida en el universo".
La astronomía infrarroja desde observatorios instalados en tierra es poco eficaz porque, explican los científicos, no son limpias: la atmósfera impide el paso de una gran parte de la radiación infrarroja de los cuerpos celestes. Por ello se han puesto en en órbita, más allá de la atmósfera, telescopios espaciales que han desvelado la existencia de nubes de polvo en estrellas semejantes al Sol y han sembrado la esperanza de hallar nuevos planetas.
El próximo de estos equipos será el el Infrared Space Observatory (ISO), de la ESA, construido 'en colaboración con la NASA y que tendrá su estación terrestre principal en Villafranca del Castillo (Madrid). Será lanzado en 1995.
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