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Entrevista:

"Quien no lucha, está muerto"

ArthurMiller, judío neoyorquino, uno de los grandes de la generación del realismo sucio de la posguerra mundial, autor de obras clave en la evolución del teatro contemporáneo, como Muerte de un viajante; escritor ocasional de películas, como The Misfits; y veterano agitador político desde posiciones siempre escoradas hacia la izquierda -lo que le llevó ante los feroces interrogatorios de los cazadores de brujas del senador McCarthy-, sigue siendo, a los 77 años, un infatigable luchador antifascista, que nos adentra, desde la radicalidad de su experiencia de la vida y del teatro, en la mecánica del nacionalismo y el timbre de alarma del resurgimiento nazi en Alemania.

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Pregunta. Hablemos de teatro. ¿Cuántas horas de su vida ha pasado en los escenarios, en el teatro del mundo?

Respuesta. No lo sé. Muchas, demasiadas. Pero sospecho que es divertido.

P. A menudo ve usted los ensayos de sus obras. ¿No le aburre?

R. No. Ahora me voy a mi asa pronto, pero al principio no era monótono estar allí. En los tres o cuatro primeros días de ensayo puedo ver si el director o los actores enfocan mal la obra. Si no intervienes a tiempo, luego ya es tarde. La mayoría de las veces, el director se da cuenta de que aIgo va mal. Pero no sabe exactamente qué es lo que no funciona. Y ahí es donde yo puedo ayudarle. Esbozo la situación y luego me largo.

P. Quizá entonces el director respire aliviado

R. Si yo dirigiese un drama mío, me aburriría mortalmente. No aguanto repetirme. Pero a los actores les gustan los ensayos por que en ellos van creando poco a poco los contornos de un personaje y le dan vida. Yo les fastidiaría: me comportaría con ellos como esos pequeños presumidos, los empollones de la clase, que siempre se saben todas las respuestas.

P. ¿Por qué ha elegido usted el pequeño Manhattan Theater CIub para el estreno de su nueva obra?

R. Es una obra corta. Sólo dura una hora y 15 minutos. En Broadway no hay sitio para algo así. Luego se produjo un milagro: la gente enloqueció por la pieza de modo que resultó rentable.

P. ¿Sigue usted yendo al teatro?

R. Ahora hay poco teatro que me interese. Pero tampoco hace -0 años -iba a menudo.

P. No deja usted títere con caieza en el teatro estadounidense. 1. Broadway es una catástrofe, conómicamente.

P. La última temporada fue ina de las mejores de la historia.

R. Sólo en los espectáculos nusicales.

P. ¿Se comportan los críticos torteamericanos de modo injuso con usted, cuando le definen omo un idealista superviviente .e los años cuarenta?

R. La mayoría de los críticos ,evan chaqueta corta y cuando -en una larga no les gusta. En Iroadway hay actualmente más epresentaciones de mis obras jue antes. Y en Europa. Hace ioco, una actriz japonesa me ontó que en Japón hay una ompañía en está desde hace un Zo en gira con La muerte de un ¡ajan te. -

P. ¿De qué trata El último -anqui?

R. De un carpintero y de su sposa. El hombre, el último janqui, es un descendiente direco de uno de los padres fundadoes de Estados Unidos, Alexanler Hamilton. Su esposa está internada en un manicomio, es una depresiva. Duda de los valores de la sociedad de la que le han apartado y se ha sumido en la depresión, como en un refugio. ¿Sabe usted que la depresión es la enfermedad más extendida en todo el mundo?.

P. Los norteamericanos se han dado cuenta ya de las alucinaciones de la era Reagan. ¿Cree usted que esto se reflejará en un renacimiento del teatro político?

R. Lo creo. Hace algunos años escribí una obra sobre la depresión económica, El reloj americano. Y de ella hacen ahora una serie para televisión. Era impensable, hace unos pocos años, que existiese un público para esa obra.P. Dijo usted que no podía reconocer ninguna época en la que el pueblo estadounidense haya estado tan ilusionado. ¿Se acabó el sueño americano?

R. Todo lo contrario. Si ese sueño no existiese, las personas no se sentirían desilusionadas. Es una paradoja, pero cierta.

P. ¿No es posible vivir sin ideal o sin religión?

R. No, creo que no. Los hospitales estarían atestados de locos si así fuera. Nadie puede vivir sin sensación de porvenir.

P. Cuando La muerte de un viajante se estrenó en Filadelfia, el director de unos almacenes de esa ciudad se conmovió tanto que el siguiente día dió la orden de que nadie fuera despedido por motivos de edad. ¿Las cosas han cambiado?

R. No lo sé. Pero creo que una buena obra teatral puede llevar a las personas al conocimiento de sí mismas. No. creo que, a mi edad, pudiese escribir una obra como aquella. Me he vuelto más filosófico y me asombra que me apasionase escribirla.

R. A su obra Después de la caída se le reprocha que se aprovecha de su relación personal con Marilyn Monroe.

P. Eso indica que soy un tipo ingenuo.

P. ¿Con qué sentimientos recuerda a Marilyn?

R. Con compasión.

P: ¿Piensa a menudo en ella?

R. ¡Cómo puedo evitarlo! Por todas partes hay retratos suyos. Siempre está ahí enfrente, mires donde mires.La publicidad permanente era un gran problema para nuestra relación personal. Pero ya no tengo que preocuparme de ello.

P. Madonna ha forzado su carrera con una mala imitación de Marilyn Monroe. ¿Eso le divierte o le hiere?

R. Para mí no existe comparación posible. Pero es un ácto de explotación. Esa chica lo comercializa todo. Es una vendedora lista y laboriosa. Nada más. Por otra parte estas parodias del pasado son un importante componente de nuestra cultura.

P. ¿Por qué tienen éxito?R. Creo que las personas tienen hoy día problemas para creer en su propia existencia. Hay una sóla excepcién: los negros. Creo que los negros son los únicos que no imitan a nadie.P. En 1957, fue usted condenado por antiamericano a un año de prisión, al negarse a denunciar a amigos suyos. Dice usted que perdonó al juez que le procesó. ¿Hay personas a las que no puede perdonar?

R. Supongo que sí, las hay. Pero ya no los veo. Están muertos. He sobrevivido a todos mis enemigos.

P. ¿Hay cosas que usted no se perdona a sí mismo?

R. Sí, creo que sí. He desperdiciado demasiado tiempo en cosas que no merecían la pena. Pero finalmente me digo que era inevitable y que a veces, para conseguir algunos buenos resultados, hay que hacer también algunas cosas innecesarias. La vida es una lucha. Y en tanto luches, no estás muerto. Los muertos son los únicos que no tienen nada por qué luchar.

Copyright Der Spiegel

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