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El Louvre opta por la luz natural en las 39 salas nuevas dedicadas a pintores franceses

700 cuadros restaurados ocupan los 3.500 metros cuadrados del espacio inaugurado ayer

François Mitterrand vivió ayer un gran día. Ni sus problemas de salud, ni la decadencia del poder socialista en Francia, ni los apuros de la construcción europea pudieron arrebatarle la satisfacción de desempeñar uno de sus papeles favoritos: el de gran constructor. Mitterrand declaró culminada una etapa importante de la remodelación del Louvre, que él alienta desde 1981: la apertura de 39 nuevas salas, con 700 cuadros de pintores franceses de los siglos XVIII y XIX. Unas salas que suponen toda una rehabilitación de la iluminación natural en los museos.

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El presidente francés es de los que piensan secretamente que, los hombres y las instituciones pasan, pero los libros y las piedras permanecen. Por eso, aunque los caricaturistas le representen con la peluca y los hábitos de Luis XIV y la derecha despotrique de sus "faraónicas" ambiciones, Mitterrand promueve en París, desde su llegada al Elíseo, una política de grandes obras.Ayer le tocó el turno a la inauguración de una de las fases capitales de los trabajos del Gran Louvre. Unos trabajos que pretenden superar el que ha sido uno de los grandes quebraderos de cabeza de todos los Gobiernos republicanos: cómo convertir en un museo racional el que fue palacio de los reyes de Francia. Las escaleras, galerías y recovecos del laberíntico Louvre y 'la inmensidad de las colecciones de arte allí depositadas lo hacían escasamente funcional. Para contemplar un determinado cuadro, el visitante debía recorrer kilómetros.

El arquitecto chino-americano Pei le solucionó a Mitterrand, el problema de los accesos al museo con la célebre pirámide encristalada. La gracilidad de esa pirámide, convertida ya en uno de los puntos de referencia del nuevo París, ha podido, en pocos años, con sus detractores. Ahora el milanés Italo Rota le ha encontrado al presidente una fórmula para avanzar en el-proyecto de un Louvre organizado en torno a colecciones coherentes.3.500 metros cuadrados

Las 39 salas recorridas ayer por Mitterrand constituyen un inmenso espacio -3.500 metros cuadrados- situado en la segunda planta de la Cour Carré. Todos y cada uno de los 700 lienzos que albergan han sido restaurados para la ocasión, y lo mismo se ha hecho con los marcos. La operación ha durado cinco años y su coste ha ascendido a unos 10.000 millones de pesetas.

El objetivo es ambicioso: desmentir a Paul Valéry cuando dijo: "Hay museos sublimes, pero no hay ninguno que sea delicioso". Rota y Pierre Rosemberg, conservador jefe de la pinacoteca del Louvre, han apostado por privilegiar la luz natural, de acuerdo con la actual tendencia contraria a las luces artificiales, que devoran y aplanan los colores y las texturas de los lienzos. "La luz del día", dice Rosemberg, "devuelve. a las telas toda su natural magnificencia".

La grisácea luz de París penetra a raudales en las nuevas salas mediante las grandes vidrieras abiertas por Rota en los techos y paredes. Esta iluminación cenital ha despertado una polémica. Sus detractores dicen que provoca inoportunos reflejos y contraluces. Sus partidarios añaden a la "honestidad" predicada por Rota y Rosemberg la posibilidad de tener magníficas vistas sobré la Cour Carré, la gran columnata y el Sena.

Rota ha decidido también rehabilitar los colores y ha seleccionado con cuidado los de las paredes, paneles, rótulos y muebles. Los más usados son el verde celedón, el caramelo, el tierra cocida y el gris antracita. Furibundo enemigo de "la reducción al silencio" del color practicada por la arquitectura high tech, el arquitecto milanés piensa que, por el contrario, el color es "una referencia suplementaria, que permite situar el cuadro en la memoria".

Los lienzos están colgados según el criterio más clásico: el orden cronológico. Es, según Rosemberg, "el modo más natural de presentarlos". Se ha abandonado también lo que el conservador del Louvre llama "la estrategia de la mosca en el vaso de leche". Las telas no están aisladas, en busca de un efecto espectacular, sino agrupadas, relacionadas la! unas con las otras. La opción pedagógica domina sobre la estética.En los sótanos

Algunos cuadros de las nuevas salas ya estaban expuestos en el viejo Louvre, pero los más dormían en los sótanos' del museo. Los visitantes que sigan las huellas trazadas ayer por Mitterrand podrán ver el Peregrinaje a la isla de Cythére, de Watteau; el Recuerdo de Morfontáine, de Corot; La raya, de Chardin; las Figuras de fantasía, de Fragonard; el Derby de Epsom, de Géricault; el Baño turco, de Ingres, y otras obras de Van Loo, Greuze, Boucher, David, Gros, Millet y Delacroix. El barroco, el neoclasicismo y el romanticismo se suceden armoniosamente.

Pero el Louvre sigue siendo un gran solar. Continúa la limpieza de las fachadas, que ya ha devuelto un maravilloso color arena al patio que rodea a la pirámide de Pei. Y sobre todo prosigue la excavación en el Carrusel del gigantesco aparcamiento subterráneo, que será inaugurado a finales del año próximo, y del espacio que el Louvre consagrará al universo de la moda.

Será difícil que François Mitterrand presida en 1996 la culminación de estos trabajos de Hércules. Su mandato termina un año antes.

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