903
Enun sorprendente ejercicio de cinismo, la Compañía Telefónica ha lanzado una campaña de imagen basada en la suspensión provisional de aquellas líneas 903 a través de las cuales se canalizaban los llamados teléfonos eróticos. Parece que algunos empresarios estaban utilizándolas como cobertura de un delito de corrupción de menores y proxenetismo. En tan sólo diez meses de existencia estas líneas han producido más de 11.000 millones de pesetas, de los que Telefónica se ha embolsado las tres cuartas partes.En la campaña de publicidad con la que ha intentado lavarse la cara, Telefónica aclara que nunca ha decidido el contenido de los servicios 903, sino que se había limitado a aportar la infraestructura tecnológica necesaria para su funcionamiento. 0 sea, que ponía la cama y recogía la pasta, aunque, por discreción, no se fijaba en la catadura de sus socios. Han tenido que producirse detenciones, denuncias de las asociaciones de consumidores, y un clamor general que ha llegado al Defensor del Pueblo y al Parlamento, para que se pusiera en marcha el contestador automático de la sensibilidad social de Telefónica, que ahora pretende capitalizar una decisión que en realidad le ha venido impuesta.
Curiosamente, el primer empresario del teléfono erótico fue Luis Solana, ex presidente de Telefónica, que tras pasar como una apisonadora por TVE puso su sensibilidad socialista y los contactos adquiridos en su trayectoria político-empresarial al servicio del erotismo español. Su estilo ha dejado herederos: los actuales gestores de Telefónica han utilizado la imagen de la oveja negra -muy oportuna en tiempos de racismo- para explicar en su campaña que sólo algunas 903 les han salido ranas. Además, añaden -caraduras- que el resto de los servicios funciona tan bien como antes.
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