La moda se hace arte en el Museo Metropolitan de Nueva York
El centro inaugura mañana un espacio que reune 200 creaciones
El Museo Metropolitan de Nueva York ha decido elevar la moda a la categoría de arte y para ello ha creado un espacio de exhibición permanente que mañana se inaugura. Los visitantes al museo pueden encontrar en la exposición el origen y evolución del traje negro de fiesta y descubrir que las plataformas en los zapatos que vuelven a llevarse este año tienen su origen en un diseño que Ferragamo realizó en 1938 inspirado por la artista Carmen Miranda.
"La moda refleja, absorbe y transforma el gusto de la sociedad", se explica a la entrada de las vitrinas que exponen cómo las flores, el blanco y negro, los estampados geométricos y el tweed han sido interpretados a través de la historia. Los trajes no están expuestos cronológicamente, sino dependiendo de sus motivos. Trajes floreados en seda que datan de la Francia del siglo XVIII comparten vitrina con la más reciente adquisición, el traje amapola de lsaac Mizrahi de este pasado verano. Entre las creaciones revolucionarias de Gabriella Chanel, que, inspirándose en los uniformes de los criados, creó sus famosos trajes sueltos de chaqueta en los años veinte, están los diseños del español Cristóbal Balenciaga y de los franceses Lanvin e Yves Saint Laurent. Balenciaga también es el autor de un traje de primera comunión de los años cincuenta que se exhibe junto con vestidos de luto de hace 200 años para mostrar cómo la moda ha reflejado la vida y la muerte a través de los años. Un traje de noche de otro español, Manuel Pertegaz, comparte la vitrina de los estampados geométricos con un abrigo de piel de poni diseñado por el pintor Frank Stella o con el traje que inmortalizó en uno de sus retratos el pintor Gustav Klimt.
La mayoría de los vestidos son donaciones de millonarias, como la aristócrata sobre la que se inspiró la película El misterio Von Bulow, que permanece en coma desde que tuvo un misterioso accidente y que en la década de los setenta ofreció parte de sus trajes a los fondos del museo. Otra de las representantes de la alta sociedad, Claudia de Osborne, donó el traje de noche que compró en la tienda Chanel de París en 1935 cuando era una colegiala. Osborne llevó el espectacular traje de lentejuelas negro durante años, hasta que decidió usarlo como disfraz "para impresionar a los españoles".
Si la alta sociedad ha sido el origen de muchas corrientes, en el caso del tweed la idea que se perseguía era la contraria: imitar la moda vulgar. El tejido de lana que acabó convirtiéndose en los famosos trajes de chaqueta Chanel de los años sesenta fue impuesto por los nobles viajeros y deportistas cuyas actividades estaban reñidas con la complejidad de sus vestimentas y que preferían pasar inadvertidos. Con el fin de la l Guerra Mundial llegó la necesidad de hacer creaciones prácticas y el tweed se extendió por todo el mundo.
El apartado dedicado a los corsés recuerda que la moda impuesta por Madonna hace tres años tiene precedentes mucho más refinados, pero los descubrimientos históricos no acaban ahí. En el espacio dedicado a los zapatos que comparten escarpines de la época de Shakespeare con los de la era de Napoleón, un mocasín plano prueba que las mujeres intentan deshacerse de los tacones desde la primera mitad del siglo XIX.
Reunir la colección de 200 creaciones no ha sido fácil si se tiene en cuenta que la selección realizada por la directora del Museo de las Artes, Moda y Textiles del Louvre, Katell le Bourhis, ha surgido a través de la elección entre las 60.000 creaciones con las que cuenta el museo. El Metropolitan absorbió la colección que había iniciado en 1937 un grupo de coleccionistas neoyorquinos. En 1959 creó un departamento especial de moda, pero hasta este año no ha dedicado un espacio permanente.
Babelia
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