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Comprar por amor al arte

Las tiendas se convierten en un elemento esencial en los museos españoles

Rocío García

Los responsables museísticos han encontrado un auténtico filón: el amor al arte puede convertirse en dinero. De ahí la importancia cada vez mayor de las tiendas de los museos en las que se puede encontrar desde un rompecabezas infantil con un cuadro de Antonio López hasta el tocado que llevaba María Luisa de Parma cuando posó para Goya en 1800, unos imanes con dibujos de Miró, o un pañuelo con El fumador, de Juan Gris.

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De mostrador a supermercado

En Nueva York, el Museo Guggenheim abierto recientemente en el Soho dedica casi tantos metros cuadrados a la tienda como al espacio expositivo. En España, sin llegar a los niveles neoyorquinos, se están dando los primeros pasos. Y la mayor queja de los museos españoles está precisamente en la falta de espacio de que disponen. El Museo del Prado, tras muchas reticencias y debates entre los patronos, ha decidido recientemente aumentar su mera oferta de libros, carteles y postales y lanzarse de lleno a una línea de objetos de consumo que abarca desde reproducciones de joyas de famosos cuadros de Goya, El Bosco y El Greco hasta pins con Las meninas o El príncipe Baltasar Carlos, de Velázquez. Para el director del Prado, Felipe Garín, "es fundamental este paso que ya se ha producido en todos los museos del mundo. Había que romper con la tradición, pues el Prado no se podía quedar al margen.".La gestión de las tiendas depende, bien directamente de las instituciones -como es el caso de la Fundación Miró y el Museo Picasso de Barcelona, o el del Museo Thyssen-, o de empresas concesionarias por tiempo limitado -el Museo del Prado, el Centro Nacional de Arte Reina Sofía, la Fundación Tápies o el IVAM de Valencia-.

Es la empresa nacional Aldeasa la que se ha hecho con la mayoría de las concesiones de los museos e instituciones públicas -Prado, Reina Sofía, Gala-Dalí de Figueres, Reales Sitios, entre muchas otras-, aunque, según explica su presidente, Luis García de Blas, "se han conseguido por concurso público". Mientras que en el Prado se han centrado en una línea más clásica, manteniendo la tipografía y jugando con los pintores emblemáticos del museo y con la arquitectura del edificio, en el Reina Sofía se ha optado por un diseño más urbano y seco. Así, la joyería o alta bisutería basada en diseños y reproducciones de cuadros, con profusión de perlas y barroquismos, es el producto estrella que ofrece el Prado -un total de 20 colecciones, que van desde los pendientes de María de Habsburgo del retrato de Antonio Muro (siglo XVI) hasta los gemelos de la Dama del quitasol, de Goya, o el collar de santa Catalina de Yáñez-, mientras que; en el Reina Sofía hay mayor profusión de bolsos, carteras y joyería de plata de diseño moderno.

El equilibrio que debe de existir entre lo puramente comercial y los fines artísticos es quizás la mayor preocupación de la subdirectora de la Fundación Miró, de Barcelona, Dolors Ricart. "Cuando se inauguró la fundación, hace 17 años, la tienda tenía un tono más intelectual que comercial. Se vendían únicamente libros de arte. Aunque se ha evolucionado en este aspecto, incorporando poco a poco otra clase de objetos, nuestra intención es no renunciar nunca a esa idea de Miró de difundir el mundo del pintor y del arte contemporáneo en general". Hoy, en la Fundación Miró, además de las típicas camisetas y pañuelos comunes a todos los museos, se encuentran imanes de nevera, relojes y títeres infantiles.

La personalidad del Museo Thyssen de Madrid en cuanto colección privada tiene fiel reflejo en la filosofía de su tienda, empezando por la decisión de gestión directa. Los objetos y libros que se venden en la tienda giran en tomo a la colección del barón Thyssen. Así, tanto el fondo bibliográfico, formado por unos 500 libros, como el resto de las mercancías -camisetas, pañuelos y papelería- están vinculados a los cuadros y autores expuestos.

Esta misma sintonía, pero reducida a un único personaje, el pintor catalán Antoni Tápies, es una de las directrices de la Organización Kultural de Barcelona, sociedad concesionaria de la tienda de la Fundación Tápies en la capital catalana.

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