20.000 personas sobreviven en el mundo gracias a un trasplante de corazón
Cuando Louis Washkansky, de 56 años, se recobró de la anestesia aquel 4 de diciembre de 1967 y comprobó que en su pecho latía un nuevo corazón, supo que algo sustancial había cambiado. Era el primer trasplante de corazón de la historia y lo había realizado en Ciudad del Cabo (Suráfrica) un atrevido cirujano, Christian Barnard, que saltó a la fama por haberse adelantado al equipo del doctor Kantrowitz, que desde hacía una semana esperaba un órgano en el hospital Maimónides, de Nueva York. Veinticinco años después, más de 20.000 personas en todo el mundo viven gracias a un corazón trasplantado, y el problema no es ya la operación, sino encontrar un órgano que trasplantar.
Barnard se llevó el honor de ser el primero, aunque su paciente sobrevivió apenas tres semanas. Kantrowitz realizó el segundo, y decenas de equipos les siguieron inmediatamente en todo el mundo. Un año después se habían realizado ya 102 trasplantes en 52 hospitales. La nueva técnica quirúrgica daba los resultados esperados, y el mérito de esa hazaña correspondía a un discreto cirujano, al doctor Shumway, de la Universidad de Stanford (California), que tenía la técnica a punto desde 1961, pero nadie se había atrevido a aplicarla.Pronto se comprobó que la puerta a la esperanza estaba abierta, pero el camino no iba a ser fácil. La mayor parte de los pacientes superaba la intervención, pero fallecían porque el sistema inmunológico del organismo atacaba al órgano implantado. Cundió el desánimo y en 1970 apenas se hicieron 20 trasplantes.
La droga mágica
La década de los setenta fue de declive. La técnica daba resultado, pero el problema del rechazo seguía sin superarse. Hasta que en 1980 los laboratorios Sandoz alumbraron la droga mágica que iba a propiciar el gran boom de los trasplantes: la ciclosporina. Este fármaco evitaba el rechazo sin debilitar excesivamente el sistema inmunológico del paciente.La euforia llenó de nuevo los quirófanos, y hoy el trasplante de corazón es una intervención de rutina. El 70% de los pacientes no sólo sobrevive, sino que puede volver a llevar vida normal.
Intento fallido
También España ha participado de los vaivenes de esta odisea, El 18 septiembre de 1968, el yerno del general Franco, Cristóbal Martínez Bordiu, realizó en el hospital de La Paz, de Madrid, el primer trasplante de corazón al paciente Juan Alfonso Rodríguez Grillé, que falleció apenas 26 horas después. Se dijo entonces que la intervención había sido precipitada.Tuvieron que transcurrir 16 años para que un equipo dirigido por Josep Maria Caralps realizara un nuevo trasplante en el hospital de Sant Pau, de Barcelona. Con él se inició un ambicioso programa nacional en el que participan numerosos hospitales y que está a punto de alcanzar el trasplante número 1.000.El francés Enmanuel Vitria fue durante mucho tiempo el paciente que más tiempo sobrevivió con un corazón ajeno. Falleció en 1987 en Marsella, 19 años después de haber sido trasplantado. Dirk van Zyl, operado por Barnard en Suráfrica, es ahora el trasplantado más veterano: 21 años lleva latiendo en su pecho blanco el corazón de un hombre negro.Superado en buena parte el problema del rechazo con nuevas y más precisas drogas inmunosupresoras, la mayor dificultad estriba ahora en encontrar donantes. La medicina como todo, avanza a golpe de contradicciones, y hasta ahora el infortunio de unos (los que morían en accidente) era la esperanza de otros. Pero también había que luchar por evitar esas muertes inútiles del asfalto, y los programas de seguridad vial están reduciendo la mortalidad por accidente y, con ella, el número de posibles donantes de órganos. En Estados Unidos, el 20% de los pacientes pendientes de trasplante muere en la espera. Conseguir que ningún órgano útil se pierda por falta de organización, información o conciencia es el objetivo inmediato. A más largo plazo, el desafío de la medicina está en poder utilizar corazones de animales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.