"Vienen a dar el do de pecho", dice Julio Martí
El organizador del festival madrileño ha cubierto unos gastos de 200 millones
Durante un mes, el ciclo Otoño en Conde Duque -que finalizó anoche con la actuación de Wim Mertens- ha ofrecido 29 recitales de jazz, blues, rock y nuevas músicas, aunque el XIII Festival de Jazz de Madrid, estandarte del ciclo, se ha llevado la parte del león. Con un presupuesto de 200 millones de pesetas, la muestra ha sido organizada por Colectivo Promoción Jazz. Julio Martí, su consejero delegado, afirma: "El nivel de los conciertos ha sido muy bueno. Para los músicos extranjeros, el bolo en Madrid no es un bolo cualquiera y vienen a dar el do de pecho. Piensan en su actuación una semana antes".Julio Martí, valenciano de 36 años, abandonó su carrera de médico y su puesto de jefe de departamento del Insalud para promover un club -Tres tristes tigres- y organizar conciertos. Desde 1980 ha impulsado los festivales de jazz de Almería, Barcelona, Canarias, Granada, Huelva, Madrid, Málaga, Oviedo, Salamanca, Sevilla, Valencia y Zaragoza. A Martí no le gusta que le llamen monopolizador del jazz en España -"En Europa no hay más de dos promotores por país. Aquí hay un promotor y dos agentes. No hay más posibilidades", dice-, y su balance del festival es positivo: "Tuvimos fuertes pérdidas la primera semana porque al público le costó reaccionar, pero luego se fue arreglando. Se ha logrado el objetivo de cubrir gastos, todo un logro, y hemos realizado una siembra para ediciones futuras".
Según Martí, lo que peor ha ido económicamente han sido los recitales de Blood, Sweet & Tears, Etta James, Defunkt y Ronny Jordan. "El festival de jazz tiene una tradición y la gente acude. No es un público multitudinario pero sí maduro, lo que permite que los artistas estén interesados en venir. Es un mercado musical, porque estamos hablando de músicos que plantean la vida desde el corazón".
Desde dentro, las cosas se ven de otra manera. "Se ha hecho una apuesta cultural", dice Martí, "pero hay un entresijo de intereses políticos, económicos y de poder que oscurecen todo y ha hecho huir el apoyo institucional. Pero este ciclo ha reavivado el interés y creo que los organismos de la cultura oficial volverán a colaborar. Lo importante es cómo la música alternativa puede llegar al gran público. Todos buscamos rentabilidad, y la política se mide por el nivel de aplausos. Para el futuro, intentaremos hacer un cruce entre los festivales de La Haya y Montreux".
Babelia
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