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De Haití a Miami a merced de las aguas

La llegada de Clinton puede engrosar el flujo de refugiados de la isla

Miami tiene ya su Pequeña Haití, una ciudadela surgida junto al centro de la ciudad que crece cada día desde el golpe militar, hace 14 meses, contra el presidente Jean-Bertrand Aristide. Este lugar, donde viven miles de haitianos que sólo hablan creole y subsisten con la ayuda del Gobierno, es apenas un reflejo de los problemas que le esperan al presidente electo, Bill Clinton, cuando llegue en enero próximo a la Casa Blanca.

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De acuerdo con informes procedentes de Puerto Príncipe, sus promesas de ofrecer asilo político a los haitianos están alentando un éxodo de dimensiones incalculables, que supondrá un grave reto a la nueva Administración demócrata.Según fotografías aéreas tomadas recientemente por el servicio de guardacostas norteamericano, 610 botes están listos para zarpar de la isla caribeña, mientras otro centenar está actualmente en proceso de construcción.

Son embarcaciones artesanales hechas con la poca madera que aún queda en la deforestada isla caribeña, y que con frecuencia no resisten el embate del océano ni la sobrecarga de pasajeros.

De las casi 40.000 personas que han huido por mar rumbo a Estados Unidos desde el golpe contra Aristide, sólo una cuarta parte pudo solicitar asilo, mientras los demás fueron enviados de regreso sin que alcanzaran siquiera a acercarse a las costas norteamericanas.

El presidente George Bush se negó a recibirlos alegando que se trataba de refugiados económicos, y ordenó en mayo pasado que los barcos interceptados por los guardacostas fueran escoltados de vuelta a su lugar de origen.

La llegada de Clinton

Su decisión puso freno a la ola migratoria, pero ahora Clinton se propone cambiar las cosas para darles a los refugiados haitianos "una oportunidad de plantear sus casos", según dijo la semana pasada en su primera conferencia de prensa después de las elecciones.Aunque no precisó cómo se propone modificar la actual política de Estados Unidos sobre los refugiados, que calificó como "un error", sus palabras alimentaron en Miami el temor a otro éxodo que haría "palidecer" el episodio del puerto de Mariel, que trajo aquí a 125.000 cubanos en 1980, durante la Administración del presidente demócrata Jimmy Carter.

Roland Dorancy, directora del Centro para Refugiados Haitianos en Florida, no cree, sin embargo, que el cambio en la Casa Blanca sea la causa de un aumento en el número de refugiados. "La gente no está saliendo de Haití por la situación económica; está saliendo por la persecución", explica.

Según ella, si Clinton reinstaura al jefe de Estado electo Aristide en la presidencia, pondrá fin de una vez al problema de los refugiados. "Si el Gobierno de Estados Unidos se. lo propone, lo puede hacer, así como en el pasado ha mandado sus aviones para quitar a otros criminales", dice la directora.

En la Pequeña Haití, muchos comparten la misma esperanza, porque las cosas no son fáciles aquí, con la escasez de trabajo y la discriminación tradicional que padecen los negros en Estados Unidos.

"A mí me gusta mi país", sostiene Jeff Peter, que después de 12 años en Estados Unidos regresará a Haití si el presidente Jean-Bertrand Aristide vuelve, porque, añade, "aquí no hay trabajo para mí".

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