Fabius, a juicio
PRIMERO, LAURENT Fabius, acosado por el escándalo de la sangre contaminada con el virus del sida, solicitó presentarse ante un tribunal de honor. Luego, el presidente Mitterrand, el pasado día 9, dio luz verde para que la Alta Corte de Justicia juzgue al ex primer ministro y hoy secretario general del Partid o Socialista (PS) por la responsabilidad que hubiera podido tener en el asunto. Es, en lo que respecta al presidente, el precio que paga Fabius por sus enfrentamientos con él en el pasado. El procedimiento es muy complicado y requiere, para iniciarse, el voto favorable del Senado (mayoría de la derecha) y de la Cámara de los Diputados (mayoría socialista). La Mesa del Senado dijo anteayer que sí; la Cámara dará probablemente el suyo, pero con condiciones, la semana próxima.La cuestión gira en torno a dos problemas fundamentales. Primero, ¿quiere la derecha juzgar -o prejuzgar- a Laurent Fablus por lo que hizo o por lo que es? El PS opina lo segundo y rechaza la maniobra de acoso y derribo de los conservadores. Ensegundo lugar ¿su responsabilidad fue penal o simplemente política? Siete años después del escándalo no es fácil distinguir una de otra y, sobre todo, hacer frente-a las respectivas consecuencias.
Ocurra lo que ocurra, sin embargo, es fundamental que el ex primer ministro (y sus dos compañeros de Gobierno, la ex ministra de Asuntos Sociales y el ex secretario de Estado de Sanidad) comparezca ante el alto tribunal para que se limpie su nombre o concluya su carrera. El tema de la sangre contaminada es demasiado trágico -más de 250 muertos y unos 1.200 infectados- para quedar en agua de borrajas política. Es normal que los socialistas no quieran sumarse a la inculpación de un compañero, pero sería escandaloso que la bloquearan.
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