El reto de construir la unidad nacional
Considera la autora del artículo que el camino más sólido para conseguir la paz en Guatemala es el que se basa en la alianza entre los indios y los mestizos. A su juicio, el problema prioritario no es la lucha entre el Ejército y la guerrilla de la Unión Revollucionaria Nacional Guatemalteca sino la pobreza, la discriminación, la falta del imperio de la lley y de una sociedad civil libre, aquella que debe garantizar la paarticipación igualitaria de indios y mestizos en la vida nacional.
Guatemala sangra. Las matanzas, secuestros y traslados de la población son habituales. 46.000 personas han desparecido y se las supone muertas. El 90% de estas víctimas de la represión y la violencia, y la mayoría de sus combativas viudas que dejan atrás, son indígenas indios mayas.Todo el mundo sabe donde están los cementerios clandestinos. Todo el mundo sabe quien comete los asesinatos. Y todo el mundo sabe que se cometen con toda impunidad.
Guatemala está hoy en crisis, no sólo porque haya matanzas y desapariciones indiscriminadas. La crisis es el resultado de una cadena de situaciones disfuncionales que surgen inevitablemente en la sociedad debido a que se han quebrantado todas las normas que establecen los derechos y el orden.
Ahora, el mayor reto para los mayas en Guatemala es no ser exterminados y no convertirnos en una minoría marginal con modelos culturales impuestos y que no nos son propios. El reto para todos los guatemaltecos es aprender cómo edificar una unidad nacional en la que tanto indios como mestizos puedan vivir juntos, respetando la diversidad y la expresión étnica.
A este aspecto, no podemos hablar sólo de tristeza en Guatemala ya que poco a poco nuestros hermanos mestizos de las ciudades -en donde estudiantes, universitarios y políticos disidentes también han -padecido el dolor de la represión y el asesinato- han empezado a atender a las demandas de derechos y el reconocimiento de la población indígena rural. Y lo que más me alegra es que la lucha de las fuerzas populares contra la represión no esté cargada de resentimiento entre indios y mestizos. Con admirable prudencia y clarividencia política, las víctimas de la represión saben que no están luchando unos contra otros. Desgraciadamente, en otras partes de Iberoamérica existen situaciones en las que la población indígena no comprende, como nosotros, que sólo una alianza con los mestizos puede crear la unidad nacional, lo único que puede traer la paz a nuestras atribuladas vidas.
Mi intención es conseguir, cuando reciba el Premio Nobel en Oslo en diciembre, que este punto sea lo más categórico y claro posible. Pienso organizar una ceremonia que represente la pluralidad étnica que es la condición necesaria para cualquier unidad nacional, no sólo en Guatemala sino también en otros países iberoamericanos desgarrados por la división entre grandes poblaciones rurales indígenas empobrecidas y ciudades dominadas por los mestizos.
Error histórico
Por tanto, la paz en Guatemela no es sólo acabar con el conflicto armado que ahora hace estragos entre las guerrillas de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca, (URNG) y el Ejército. Esa batalla no es el problema, sino un síntoma de problemas más fundamentales como son la pobreza, la discriminación, la falta del imperio de la ley y de una sociedad civil libre.
Si el Ejército y las guerrillas firmaran mañana un tratado de paz, ¿garantizaría ello la resolución de los problemas de Guatemala y que no estallaría un nuevo conflicto? Creer esto sería un error histórico.
La única forma de comenzar a establecer una paz duradera en Guatemala es acordar una tregua con el Ejército para que acabe la represión de forma que todos los sectores de la sociedad, especialmente los mayas, pudieran participar en el diálogo y las negociaciones para alcanzar la unidad nacional.
Guatemala sólo puede salvarse si cultiva algo nuevo: una sociedad civil fuerte que garantice la libre e igualitaria participación de indios y mestizos en la vida nacional.
Esto no se conseguirá de un día para otro. Primero hay que permitir que comience el diálogo. Después debemos esperar que siga su curso, construyendo también los mecanismos que pueden fortalecer el proceso del diálogo para la creación de un Estado-nación que respete los derechos de los individuos así como la diversidad étnica.
En este momento ya se dan las condiciones necesarias para la apertura de un diálogo sincero, si el Ejército quisiera acabar con la represión. Yo, personalmente, pienso desempeñar el año próximo un papel más intenso en la lucha por establecer una sociedad civil en Guatemala. Espero volver a Guatemala para asistir a la misa del Gallo en, Navidad, por primera vez en 12 años.
Los que sufren por, y luchan contra, la represión del Ejército, han aprendido, a lo largo de su experiencia como resistentes, la necesidad de que todo el mundo esté presente en una sola nación, sin que nadie tenga que renunciar a sus tradiciones o a su visión del mundo.
El pueblo guatemalteco posee hoy la madurez que los tiempos le han exigido. Frustrarle ahora será mucho más costoso para las autoridades de lo que hubiera sido hace 20 años.
líder de los indígenas guatemaltecos, es premio Nobel de la Paz 1992.Copyright 1992, New Perspectives Quarterly. Distribuido por Los Ángeles Times. Syndicate.
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