Vivir para ver
En este mundo de hoy, en que no parece interesar la aplicación de la ciencia y la técnica para la resolución de los problemas reales, sino más bien lograr alienaciones agridulces con problemas ficticios, he sido testigo directo de un contraste que deseo compartir para general conocimiento.En cierto país milenario y multicultural, frontera de Occidente, una titulada superior, licenciada en Bellas Artes, con seis años ininterrumpidos de brillante labor creativa e innovadora en un mismo organismo oficial, que ha publicado decenas de carteles y folletos salidos de sus pinceles; responsable de decisiones técnicas relativas a la difusión e imagen del organismo en cuestión; autora de originales cuyas litografias ambientan despachos de altos cargos de varios ministerios, ha logrado, previo examen competitivo sin puntuación por antigüedad, situar el listón de su estabilidad laboral en las alturas de un contrato eventual para bachilleres, remunerado casi de milagro con 100.000 pesetas netas al mes.
En ese mismo bello país, cómicos y bufones de mal gusto, obscenidad hortera y harto dudosa profesionalidad firman contratos televisivos de centenares y hasta miles de millones por temporada. Claro que también espectáculos circenses de primera clase europea son expulsados de su emplazamiento.
¡Vivir para ver!
¡Ah, se me olvidaba! La licenciada ha decidido renunciar a su contrato con organismo autónomo de la Administración central del Estado y... marchar a Suramérica en busca de otro tipo de oportunidades.-
