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LA CRÍSIS DEL COMERCIO MUNDIAL

Las sanciones norteamericanas y las críticas de McSharry comprometen el futuro político de Delors

Lluís Bassets

El amago de renuncia del comisario Ray McSharry como negociador comunitario ante Estados Unidos -ayer aclaraba en Dublín que él no ha dimitido de nada"- y sus duras palabras contra el presidente Jacques Delors, al que ha acusado de sabotear los acuerdos del GATT y de traicionar su confianza, no han tenido respuesta por parte de la Comisión, que se ha limitado a emitir una nota a favor de que las negociaciones prosigan. Pero lo cierto es que si EE UU quería sembrar la división entre los Doce y devolver la patata caliente a Francia, declarada culpable de la guerra, esto ya está hecho.

También es cierto que si el Reino Unido esperaba una buena ocasión para situar al presidente de la Comisión, Jacques Delors, en el disparadero, convirtiéndolo así en derribable, sustituyendo en esta categoría de políticos inmediatamente perecederos a su frágil primer ministro, John Major, también esto está hecho. Las culpas, sin embargo, pueden repartirse equitativamente, según distintas fuentes europeas, que hablan de "falta de voluntad política" por parte de la Administración republicana todavía en la Casa Blanca y por parte de los Gobiernos de los Doce.En este sentido, el comisario de Agricultura, el irlandés Ray McSharry, fue ayer más allá. Aunque el jueves había acusado a Jacques Delors de haber interferido en la negociación, a su llegada al aeropuerto de Dublín cambió el tono de su mensaje y aseguró que fue la intransigencia de EE UU lo que impidió que en Chicago se llegara a una solución. "El acuerdo podía haberse- firmado en cinco minutos, llegamos a un punto en que Estados Unidos debía haber aceptado", subrayó McSharry para asegurar a continuación que la CE llegó hasta dónde podía hacerlo.

La disputa en el interior de la Comisión entre Ray McSharry y Jacques Delors tiene su origen, según algunas versiones, en las gestiones emprendidas por el ministro de Agricultura francés, Jean-Pierre Soisson, y el propio Delors, insistiendo para que la delegación europea no realizara concesiones excesivas frente a los negociadores norteamericanos.

La posibilidad de separar la negociación propiamente GATT (reducción de las subvenciones a la exportación de cereales europeos) del paquete de las oleaginosas (reducción de la producción europea de soja, colza y girasol) ha sido uno de los puntos de divergencia. La negociación de cada tema por separado podía llevar a. los europeos a hacer concesiones en todos los capítulos, mientras que un trato sobre la globalidad permitía compensar unos capítulos con otros.

El ministro de Agricultura francés, nombrado después del referéndum sobre Maastricht, no ha participado en la negociación de la nueva Política Agrícola Comunitaria (destinada a atemperar la política ole subsidios y a llegar a una disminución sustancial del presupuesto agrícola de la CE) y ha insinuado repetidas veces que actualmente Francia no la habría firmado. De ahí la resistencia del Gobierno francés a realizar concesiones a EE UU, que en algún caso superan las reducciones de subvenciones impuestas en la PAC.

Para colmo, el presidente de la Comisión, Jacques Delors figura en las encuestas de opinión francesas en cabeza de popularidad como hipotético presidente de la República, de ahí sus dificultades para preservar su imagen de las sospechas de sectarismo en favor de los agricultores franceses que suscita su actitud y sus declaraciones.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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