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Major retrasa, la ratiflicación de Maastricht hasta después del segundo referéndum danés

Enric González

El dramático éxito parlamentario de John Major el miércoles por la noche no ha conseguido calmar la guerra interna en el Partido Conservador ni acelerar la ratificación de Maastricht. Al contrario, las acusaciones entre los tories eran ayer más feroces que nunca, y el primer ministro británico se vio obligado a anunciar que el Tratado para la Unión Europea sufriría un nuevo retraso, "hasta que los daneses celebren su segundo referéndum". Major mantuvo a flote el tratado por sólo tres votos, al precio de enrarecer aún más el clima en su partido.

Los euroescépticos se han comprometido a "seguir luchando contra Maastricht" y los laboristas han constatado la debilidad extrema de John_Major, lo que parece garantizar un invierno dificilísimo para el primer ministro.De la votación del miércoles, en la que la moción gubernamental sobre Maastricht sobrevivió por 319 votos contra 316, se extraen dos conclusiones. Una, que 26 conservadores votaron contra su propio primer ministro y otros seis se abstuvieron, lo que eleva a 32 la suma de rebeldes irreductibles. Dos, que esa práctica escisión tory deja al Gobierno en minoría y en manos de los liberales-demócratas de Paddy Ashdown, cuyos votos salvaron Maastricht el pasado miércoles. El precario equilibrio en que se encuentra Major le llevó a anunciar ayer un nuevo retraso en el proceso de ratificación, que comenzará "cuando los daneses hayan celebrado su segundo referéndum", es decir, bien entrado el año próximo. El primer ministro británico parece conformarse con acudir a la cumbre comunitaria de Edimburgo, que presidirá, con la votación simbólica de ayer y algún debate marginal en una comisión parlamentaria. El riesgo de derrota es demasiado alto para atreverse a poner en marcha la minuciosa ratificación.

Uno de los jefes del grupo parlamentario conservador reveló ayer que, sólo una hora antes de la votación, daba la batalla por perdida; otras fuentes señalaron que, minutos antes de que se votara, John Major comunicó a sus ministros más próximos que no dimitiría, como había sugerido, "a pesar de esto", presuponiendo la derrota.

También se conocieron ayer los detalles de algunas de las maniobras gubernamentales para doblegar a los rebeldes. Las presiones fueron de una violencia nunca vista en la Cámara de los Comunes, al menos en este siglo.Votar llorandoEn otro caso, la oficina central conservadora envió un delegado a la circunscripción galesa del rebelde para amotinar a los responsables locales, asegurándoles que una derrota del Gobierno comportaría automáticamente unas elecciones y una victoria laborista, lo que implicaría a su vez la pérdida de sus empleos. Al menos un diputado votó llorando, según distintos testimonios, y varios admitieron haber votado en contra de sus ideas.

"Me parece inmoral que presiones tan desafortunadas fueran aplicadas sobre colegas parlamentarios, especialmente los más jóvenes", dijo el euroescéptico Nicholas Winterton, que se declaró personalmente "inmune para siempre a la disciplina de partido".

Para numerosos diputados veteranos, las prácticas empleadas el miércoles suponen una peligrosa erosión de la supuesta independencia de cada diputado y la profanación del Parlamento como ágora de debate libre. El ambiente ha quedado enrarecido en los bancos conservadores, y la estatura moral de Major está más empequeñecida que nunca. El primer ministro, sin embargo, ha obtenido un importante respiro, y Kenneth Clarke, ministro del Interior, anunció ayer un inminente "contraataque de John Major para retomar con fuerza el liderazgo".

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La ratificación británica de Maastricht está otra vez en suspenso y parece imposible que, en el mejor de los casos, puede concluir hasta después del próximo verano. El tratado acabará saliendo adelante, pese a los retrasos y al furor euroescéptico, si los laboristas votan siempre a favor; si en alguno de los artículos votaran en contra, se repetirían el drama y la incertidumbre del miércoles. El rechazo de un sólo artículo acabaría, técnicamente, con todo el tratado.

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