Seis años de angustia
Un hombre al que se le diagnosticó sida por error en 1986 lucha por recuperar su vida normal
En 1986, John Kuivenhoven fue al médico porque tenía síntomas de gripe y le disgnosticaron sida. Después de seis años de tratamiento, durante los cuales dejó el trabajo, vivió de subsidios y sufrió terribles e irreversibles efectos secundarios, los médicos le comunicaron a Kuivenhoven el pasado junio que todo había sido un error. No tenía sida y podía hacer una vida completamente normal.Ahora, Kuivenhoven, de 53 años, reclama dos millones de dólares al hospital, al que acusa de haberle hecho un diagnóstico equivocado. "Me siento como si hubiera sido encarcelado y un vigilante viniese a decirme 'señor Kuivenhoven, hemos cometido un error terrible. Usted no es culpable. Salga y viva su vida", ha dicho.
El problema de Kuivenhoven es que no puede volver a hacer una vida normal. "Todavía me considero a mí mismo como una persona enferma de sida", dice. Sufre de hipertensión, dolores de cabeza, neuropatía y accesos de asma y bronquitis, que él considera consecuencias de la medicación a la que ha sido sometido durante el tratamiento.
"Se ha considerado a sí mismo como un enfermo de sida por tanto tiempo, que ese vuelco de su suerte se hizo insoportable, difícil de aceptar", ha comentado el abogado de Kuivenhoven, Paul Wotman.
Preparado para morir
Según Wotman, en un determinado momento se le dijo a Kuivenhoven que le quedaban sólo seis meses de vida. "Todos los días se preparaba para morir", dice el abogado. Kuivenhoven temió también haber transmitido el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, a su compañero sentimental, que murió de esta enfermedad en septiembre, según afirmó Wotman. "Ha sacado su caso a la luz ahora porque cree que podría haber otros casos de diagnóstico erróneo y es importante que se hable de ello", añadió.
Wotrnan ha informado que Kuivenhoven había presentado la demanda contra el San Franciscos Kaiser Permanente Medical Centre porque ha sufrido importantes pérdidas financieras, angustia emocional y daños físicos permanentes que le harán necesitar tratamientos médicos en el futuro.
El seguro médico de Kuivenhoven le impide llevar al hospital a los tribunales, pero puede comprometerlos a un arbitraje con un panel de abogados y un juez.
Un portavoz del hospital informó la pasada semana de que el centro había recibido la demanda de Kuivenhoven para el arbitraje, pero que no lo podía comentar en detalle hasta que hubiese estudiado su historial médico.
Kuivenhoven, un hombre canoso y demacrado, asegura no estar enfadado con la gente que lo había tratado, sino con el sistema. "Mi enfado va contra los que permitieron que este error persistiese durante tanto tiempo".
La odisea de Kuivenhoven comenzó en agosto de 1986, cuando fue a un hospital afiliado a la compañía Kaiser en San José (California) aquejado de síntomas de gripe. Se le diagnosticó que tenía neumonía provocada por el sida.
Kuivenhoven se trasladó a San Francisco y empezó a recibir tratamiento en el hospital Kaiser de la ciudad. Afirma que sufrió fuertes dolores de cabeza como efecto secundario de una droga que se le suministró para tratar el sida, y que se volvió dependiente de los analgésicos que se le administraron para el dolor de cabeza. Sufrió alta presión sanguínea, y neuropatía periférica, lo cual le produjo sensaciones de pinchazos en las piernas.
Dejar el trabajo
Según Wotman, el hospital Kaiser aconsejó a Kuivenhoven que dejase su trabajo como especialista en tratamientos de piel para evitar el estrés.
El pasado 12 de junio Kuivenhoven recibió una carta del hospital Kaiser en la que se le citaba para unas pruebas. Unos días más tarde, un médico lo llamó por teléfono y le dijo que su prueba de VIH había resultado negativa y que el hospital había cometido un error.
El descubrimiento se hizo durante un chequeo rutinario que mostraba que su número de linfocitos, que cae rápidamente en los pacientes de sida, había subido pronunciadamente.
Kuivenhoven dijo que, por lo que él sabe, no había sido sometido a una prueba de VIH hasta que se descubrió el error. Según Wotman, es el primer caso que conoce en el que se haya diagnosticado sida erróneamente durante seis años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.