Se estrena el filme argentino que triunfó en el festival de San Sebastián
La película argentina Un lugar en el mundo, ganadora de la Concha de Oro del pasado Festival de Cine de San Sebastián, es la historia de una tragedia: la de un grupo de hombres y mujeres que, sin éxito, intentan desde un remoto y pequeño lugar de Argentina cambiar el mundo. El filme de Adolfo Aristaráin, que se estrena hoy en España, ocurre en el recuerdo de Ernesto, un joven que vuelve al lugar donde vivió los mejores años de su vida y donde se forjó su identidad mientras contemplaba el derrumbamiento moral y físico de sus padres.
El filme se rodó sin que nadie del equipo cobrara su sueldo. "Sólo un anticipo", señala el director. "Éramos una cooperativa -como la de la película- que creía en un proyecto", asegura el productor del filme, Osvaldo Papaleo, que reconoce -como el resto del equipo- que ésa no es forma de hacer cine, "aunque es una bonita aventura". El actor español José Sacristan y los argentinos Federico Luppi, Cecilia Roth y Leonor Benedetto son, entre otros, los intérpretes del filme, que ha costado 130 millones de pesetas y que se ha rodado en un valle rocoso de la provincia argentina de San Luis."Uno de los hallazgos de la película es la homogeneidad en el estilo de la interpretación", señala, Sacristán, quien asegura que la calidad media de los actores argentinos es muy superior a la de los españoles. "Nunca me habían propuesto trabajar gratis", añade. "No es algo que suela hacerse y, además, tampoco es una solución, sólo se hace cuando uno está implicado afectivamente con algo", continúa el actor, que interpreta a un geólogo cuyo lado romántico es hablar con las piedras y cuyo lado oscuro es ser "un mercenario a sueldo de la empresa que pague mejor".
"Más que político, es un filme ideológico", señala Adolfo Aristaráin, de 49 años, que no oculta con falsas modestias su orgullo tras el éxito abrumador que Un lugar en el mundo obtuvo en el pasado festival de San Sebastián. "No esperaba que gustara tanto al público y a la crítica y por eso estoy disfrutando mucho viendo mi ego cada vez más inflado".
"He intentado rescatar a una gente que se jugó todo, su profesión, su casa, por una transformación política", continúa el autor de Los últimos días de la víctima y Tiempo de revancha, que no ha utilizado ningún símbolo político concreto a la hora de narrar la película, pero que sí hace un continuo homenaje a las viejas películas del Oeste.
En un momento del filme, el padre de Ernesto dice, siempre ante la mirada orgullosa de su hijo: "Si la guerra está perdida, por lo menos quiero darme el gusto de ganar una batalla".
"Quería que fuera una historia intemporal. No es autobiográfica, sólo es otra historia que quería contar", dice Aristaráin. "He conocido a muchos hombres como los del filme, gente que estuvo a punto de lograr lo que querían, pero que se las ha dejado de lado y se les ha olvidado. Tenía que rescatarlos", continúa.
"Hay esperanza en la historía", apunta el director, "en Argentina he recibido muchísimas cartas de chicos de 15 y 16 años, en muchos sentidos la película es para ellos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.