"La prueba del Big Bang es propaganda de la NASA", dice Hoyle
A juicio de sir Fred Hoyle, de 76 años, la teoría del Big Bang, ampliamente compartida por sus colegas científicos, carece de auténticos soportes racionales y en última instancia constituye un reflejo de la necesidad de creer en la acción de Dios. "De hecho, entre los científicos de más calidad de los países del Este, que suscriben religiones diferentes a las europeas o americanas, la teoría del Big Bang se enfoca de manera más prudente. Eso no significa que yo niegue implícitamente la existencia de Dios".
Defensor de la idea de que la vida en la Tierra es consecuencia de la llegada de una inteligencia cósmica que buscaba sobrevivir ante la imposibilidad de permanecer en su medio, el astrónomo británico asume que la humanidad posee en sus genes la influencia de una inteligencia más desarrollada que proviene de nuestro futuro. "Sí, es muy probable que la influencia de esa inteligencia esté contenida en nuestros genes, ése sería él modo sutil de hacerlo". Si esos restos de inteligencia superior no se perciben todavía es, dice, porque "la naturaleza de la biología consiste en que uno tiene un gran número de posibilidades, pero sólo algunas llegan a realizarse con éxito".
La tesis de Hoyle, opuesta a la teoría de la sopa primordial como origen de la vida, establece que esa inteligencia cósmica llegó a la Tierra, en un bombardeo de miles de años, descompuesta en microorganismos congelados que contenían la in formación genética necesaria para su posterior evolución. Después de décadas de análisis del polvo interestelar y de descubrir que las partículas cósmicas coinciden exactamente en el tamaño con el de determinadas bacterias, Hoyle refuerza su tesis con los resuItados del estudio de los cometas. "No hemos probado la existencia de un componente biológico en los cometas, pero después del Halley ahora sabemos al menos, que sí tienen un carácter orgánico".
Dios obedece reglas
La pregunta de por qué seres inteligentes del cosmos querrían perpetuar la vida dejando al azar la recomposición en otro medio de su estructura orgánica y genética conduce al gran astrónomo a la religión. "No hay otra manera, es el camino lógico de hacerlo. La religión se equivoca porque supone que Dios no tiene que obedecer reglas y, sin embargo, hay muchas cosas malas en el mundo, por ejemplo, el cáncer de los niños. Si Dios no tuviese que obedecer leyes no tendría que plantearse el dilema de san Agustín. Dios está sujeto a las leyes de la termodinámica", afirma Hoyle.Y añade: "Eso es, en el fondo, lo que dijo san Agustín, con la salvedad de que, naturalmente, él no sabía nada de termodinámica. Cualquier cosa que se produzca decae, y la única forma de solucionar esto es provocar nuevas formas que nazcan, lo joven sustituyendo a lo viejo, ésa es la manera de batir a la termodinámica".
El astrónomo británico dice que el descubrimiento de extrañas, bacterias en la estratosfera ratifica su teoría y permite explicar el, origen de determinadas enfermedades. "La mayoría de las enfermedades relacionadas con la garganta, la fiebre, los catarros, tienen que ver con eso. Sabemos que la atmósfera se invierte y esto dura un mes y es justamente en octubre y noviembre cuando aparecen los catarros".
En las conferencias que el cosmólogo y novelista de ficción científica británico ofrece estos días en España, Hoyle expone la hipótesis ("no es una teoría, es un comentario") de que la cultura humana -la historia y la religión- está claramente influenciada por el impacto periódico (cada 1.600 años) en la Tierra de un cometa que se coló de rondón en el sistema solar. Ese cometa roza con la Tierra cada 1600 años y explica las grandes transformaciones, desde el rápido final del último periodo glacial hasta el descubrimiento de los metales, pasando por la desaparición masiva y repentina de los mamuts.
Meteoritos en el 2000
El efecto invernadero permite explicar, a su juicio, la existencia en la memoria colectiva de relatos como los del arca de Noé, y las catástrofes precedidas por "una gran luz" explican las alusiones a "la detención del sol" que hay en el Génesis y en otras versiones religiosas. La cuestión estriba en que, de acuerdo con su hipótesis, hacia el año 2100, una gran luz, un fuerte calor, lluvias torrenciales y caída de meteroritos acompañarán la colisión del cometa con la Tierra. Para alivio de todos, Hoyle apunta que las consecuencias del choque del cometa son progresivamente menos catastróficas y propone utilizar vehículos espaciales para desviar al cometa de su trayectoria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.