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Entrevista:

"Tierno sugirió al Rey una lotería para pagar mi obra en la plaza de Oriente"

Gabriela Cañas

El estudio de Miguel Oriol, elegante y recargado, está detrás de la plaza de Oriente, junto al teatro de la ópera, ahora fantasmalmente cubierto por las lonas que ocultan sus obras. Tras su mesa expone el arquitecto fotos familiares; entre ellas, varias en las que aparece con don Juan Carlos, que públicamente se ha interesado en varias ocasiones por la reforma de la plaza a la que se asoma el Palacio Real. Esta consistiría en reservar la superficie a los peatones, enterrar la calle de Bailén, hacer una plaza subterránea donde pararían los autobuses turísticos y urbanos y, bajo ella, un aparcamiento de 700 plazas.Pregunta. ¿Le desmoraliza ver cómo su proyecto se ha ganado tantos detractores?

Respuesta. No. Si no fuera así no habría insistido tantos años en el proyecto. Aguanto, a pesar de los insultos, porque creo que la plaza de Oriente hay que actualizarla. Está mal y es una constante ofensa al palacio que sustenta. Este barrio, origen de Madrid, sufre un gran colapso. Cuando el Senado impida aparcar en su alrededor por razones de seguridad y cuando se abra el teatro de la Opera, el colapso será aún mayor. El Palacio Real está, además, sobre una ronda o un cinturón que Madrid eligió para ceñir su alma, definido por las rondas, el paseo del Prado, los bulevares, Princesa, Bailén y otra vez San Francisco. Ese interior nunca debería ser penetrado en coche propio más que por los residentes, por los transportes públicos o por coches que tengan por destino algún aparcamiento. Pero para que eso ocurra son necesarios aparcamientos que te acerquen.

P. Pero son muchas críticas...

R. Cuando hay preconcepciones políticas evidentes, las críticas tienen un interés relativo. Yo sólo me dedico a mi oficio y no pertenezco a ningún pensamiento político concreto. Este proyecto lo ofrecí en 1983, y vi que tuvo una positiva acogida pública. Después Tierno lo hizo suyo y, además, propuso al Rey hacer una lotería para financiar el proyecto. De eso hay constancia escrita. Tierno se murió y Barranco no tuvo en cuenta lo que allí se planteaba. Rodríguez Sahagún lo volvió a hacer suyo, y, finalmente, Álvarez del Manzano me lo encargó. Entonces es cuando surge una oposición encabezada por un arquitecto que es compañero mío, Eduardo Mangada [ex consejero de Política Territorial y asesor del ministro de Obras Públicas], y abandera a un equipo que juzga y critica con un curioso desconocimiento de la materia.

En cambio, ha habido críticas concretas que escucho y que han transformado el proyecto. El primer diseño no tenía aperturas al exterior. Sólo trataba la dermis de la plaza. Luego aparecen espacios culturales que suben a la superficie, y esos agujeros concitan las críticas, y entonces corrijo. Porque aparece una posible fragilidad y veo que el pueblo prefiere una solución cerrada. Pueblo es el cura Lezama [dueño de un restaurante de la zona] o los comerciantes y paseantes de la plaza

P. En julio rectificó el proyecto. De 1.100 plazas de aparcamiento pasó a 700; de tres plantas subterráneas, a dos. Eliminó las salidas para evitar el efecto de queso gruyére -frase precisamente de Mangada- y prolongó el túnel de Bailén. ¿Ha introducido algún otro cambio?

R. No, sólo se han incorporado soluciones, refinadoras. El espacio central de la plaza funciona ahora en la primera planta del subsuelo como intercambiador circulatorio, una gran plaza de seis metros de altura, iluminada, pero no abierta, alrededor de la cual aparcan los autobuses. El anillo que hace de cinturón se conecta con Madrid, con lo que desaparecen los semáforos que echan humo al palacio. Tampoco debajo son necesarios semáforos. La modificación, sólo perfecciona, por tanto, la metodología interna de circulación.

P. IU planteó un referéndum. ¿Le parece bien?

R. A mí, sí. Se está criticando esto desde planteamientos políticos sin entrar a fondo en el tema. Mi proyecto intenta dar la superficie al peatón y regalar -también para el hombre- el subsuelo sin interferir con la almendra urbana. En ciudades históricas como las italianas se está trabajando con soluciones como las que yo planteo. Se ha hecho en Bolonia. El primer año, los comerciantes se le ponen de manos, pero cuando el alcalde les dice de volver al tráfico dicen que no porque se han dado cuenta de que el hombre cómodo andando compra mejor que el que va pisoteado por el coche.

P. Pero la peatonalización crea más inseguridad, y en Bolonia se han encontrado con problemas añadidos, como el de tener que restaurar el casco histórico, mucho más visible ahora.

R. Ese terrorismo al monumento que el alemán ejerce cuando tiene el marco invadido por coches desaparece cuando le pones flores. Recuerde el espléndido centro del Múnich peatonal. Es un salón. También el español es muy respetuoso si le das el marco adecuado. Sobre el aumento de inseguridad que se iba a crear junto al palacio tenían razón en una cosa: al, ser muy generosas las penetraciones hacia abajo, dejaban muchas zonas en sombras. Esas son las que he reducido al máximo. A pesar de todo, Bolonia, tras la expulsión del coche y siendo la ciudad con más sombra de Europa -36 kilómetros de arcadas-, funciona.

P. El proyecto de Azca, basado también en la tesis de dejar la superficie al peatón y enterrar los coches, se saldó con un aumento de los índices de delincuencia.

R. Hasta que se le ha dado la seguridad a la banca. Y eso que Azca no tiene un marco peatonal despejado como del que hablamos. Había delincuencia en la zona de los pubs donde hay muchas sombras, pero también está ahora controlado. Hay que apoyarse en la seguridad privada.

P. ¿Es partidario de cerrar al tráfico barrios enteros de Madrid?

R. Siempre que sean accesibles. Que el peatón pueda llegar a las zonas por coche muerto [con aparcamientos que permitan dejarlo]. Barrios con distancias largas peatonalizadas son un disparate.

R. La almendra central de la que antes hablábamos. Lo tengo todo dibujado. En ella prohibiría totalmente el tráfico de paso.

P. Construir un nuevo aparcamiento fomenta el tráfico de paso por otras zonas. En vez de venir aquí, a la plaza de Oriente, en metro, el conductor preferirá llegar con el coche hasta el aparcamiento.

R. Eso es cierto si no fuera porque el aparcamiento va a estar en el cinturón de esa almendra. Y eso te deja el marco mucho menos contaminado que si te dejan llegar con el coche hasta las Descalzas Reales o hasta El Corte Inglés. Sólo hay que usar arterias definidas que tienen como destino esos aparcamientos. El resto son fondos de saco que sólo conoce y usa el residente, como pasa en Roma. En fin, todo esto lo puedes defender con cierto escepticismo, sin dogmatismo. Lo que te deja atónito es que un señor que es algo culto [se refiere otra vez a Mangada] cometa tales frivolidades públicas en el afán de defender su bandera política, con posiciones que hacen creer a la gente que poco menos que estás haciendo una cosa de locos. No, mire usted, un viejo no hace cosas de locos.

P. ¿No cree que a la gente le asusta que toquen lo que ya está terminado y consolidado? Las obras en este país se eternizan, para colmo, desesperantemente.

R. Es verdad eso, sí. Pero Madrid se ha hecho intermitentemente y con crecimientos espasmódicos. Con Felipe II, en 40 años, Madrid se multiplica por 10. Se hace capital de pronto. Eso vuelve a pasar con Carlos III y con Isabel II. Son crecimientos que hacen que en la ciudad no haya nada quieto y asentado. Los jardines de Sabatini son del año 1940 y a Cibeles la movió Romanones en 1900. En París se está haciendo ahora un aparcamiento bajo Vendôme.

P. ¿Qué cálculos económicos se han hecho?

R. El que actualmente se defiende creo que va a estar en torno a los 5.000 millones de pesetas. No sé si se puede decir, pero yo he sido imprudente desde pequeñito. Este proyecto puede autofinanciarse, tanto con las plazas de aparcamiento -300 o 350 serán para residentes- como con las paradas de autobús. El Ayuntamiento va a poner, además, algo de su parte. Porque mi batalla es que la textura del suelo de la plaza se haga con primor.

P. ¿... Y las excavaciones?

R. Se ha encontrado lo que se sabía que se iba a encontrar. Hay miles de planos de lo que había ahí que con mi equipo he investigado y puesto a la misma escala para valorar los previsibles conflictos. Han aparecido los cimientos de cosas que no tenían pretensión arquitectónica o monumental. Aquí no hay más que sotanillos, figones, trozos de azulejo y algunas letrinas. Si hubiera aparecido algo de valor objetivo yo hubiera sido el primero en defender su conservación.

P. Los bomberos aseguran que sus escaleras no suben más allá del piso sexto. ¿Por qué entonces los arquitectos siguen proyectando torres?. ¿No es una irresponsabilidad manifiesta?

R. Creo que el hombre se sabe más capaz mientras esté más cerca de otro hombre. La comunicación máxima se da en la ciudad vibrante. No crea con esto que yo soy partidario de la especulación. Creo que es una verdad lo que digo. La gente se ha ido a la luna desde Manhattan, no desde la selva, aunque la luna de más interés está en el alma. El arquitecto intenta dar belleza al envoltorio que crea el hombre, procura servir al deseo vital de éste. La estatura de la ciudad la ha buscado el hombre, no el arquitecto. No se meta usted con el arquitecto en eso. Métase con el hombre. Y en cuanto a lo de los bomberos y las escaleras (se ríe), ahora hay helicópteros. .

"La oposición a mi proyecto la abandera Mangada, cuyo equipo desconoce la materia""Las obras, según el diseño definitivo, estarán en torno a los 5.000 millones"

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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