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Los británicos consideran que la cumbre de la CE en Birmingham ha sido un fracaso

Enric González

La cumbre de Birmingham ha sido un fracaso desde el punto de vista británico. No por los exiguos resultados concretos de la reunión, sino porque uno de sus propósitos era revitalizar la imagen del primer ministro, John Major, y ayudarle en sus agudas dificultades domésticas. En ese sentido, la cumbre comunitaria ha sido perjudicial. El público británico consideró la cumbre casi como una pérdida de tiempo por no ocuparse directamente de la recesión económica. La popularidad de Major se encontraba ayer en el punto más bajo de su carrera política.

Sólo un 28% de los electores británicos se declara en este momento satisfecho con la actuación de John Major, según una encuesta publicada ayer por el influyente diario londinense The Daily Telegraph. La popularidad del primer ministro es inferior a la del líder de la oposición, el laborista John Smith, y está sólo un par de décimas por encima de la que tenía su precursora, Margaret Thatcher, durante la crisis del poll-tax (impuesto municipal).La economía británica se desmorona a ritmo vertiginoso y el Gobierno es incapaz de tomar la iniciativa. La conferencia del Partido Conservador en Brighton, con su agria polémica en torno a Europa, ha quedado completamente enterrada por la continua depreciación de la libra y el rampante aumento del desempleo.

Todo se sucede a un ritmo endiablado, y cuando Major ha querido sellar las heridas europeas de Brighton ha resultado que éstas ya no eran más que cicatrices y que la hemorragia de crédito político procedía de otro lado. Europa es una cuestión menor cuando el Congreso de Sindicatos ha convocado una manifestación a celebrar el próximo domingo en Londres contra el cierre parcial de British Coal y se generaliza en todo el país la sensación de malestar social.

Las portadas de los periódicos británicos reflejaban ayer la remota percepción local. de la cumbre. El sensacionalista y ultraconservador The Sun omitía por completo Birmingham y se limitaba a preguntar: '¿Está acabándose Major?'. Los periódicos de prestigio coincidían en destacar la crisis de las minas de carbón y el riesgo que entraña para la supervivencia de Major: 'Major se enfrenta a su mayor crisis', titulaba The Dady Telegraph. 'El recorte de tipos no consigue calmar la tormenta del carbón', decía Financial Times. La información sobre la cumbre se limitaba a pequeños espacios.

En Dinamarca, Gobierno, políticos y comentaristas no se han sorprendido de que el problema danés siga sin resolverse tras la cumbre de Birmingham, porque Dinamarca no ha concretado todavía qué modelo de relaciones desea en un futuro con la CE, informa Gasea desde Copenhague.

La prensa destacaba ayer que ese resultado era de esperar porque el Gobierno del conservador Poul Schlüter se paseó por la cumbre "de puntillas". El primer ministro mencionó los aspectos del Tratado de Maastricht de los que su país no quiere formar parte -moneda única, política de defensa y de policía comunes y su deseo de conservar sus normas sociales-, pero sin poner mucho énfasis para no provocar a sus socios comunitarios.

El Gobierno y los partidos daneses se tienen que poner de acuerdo ahora sobre cuál de las ocho hipótesis analizadas en el llamado Libro Blanco eligen para asentar el futuro de las relaciones de Dinamarca con la CE.

De lograrse ese tipo de acuerdo con los socios comunitarios, los daneses serán convocados nuevamente a las urnas en 1993. Según una encuesta publicada ayer por el diario Jyllands-Posten, un 55% de los votantes dirá sí a la Unión Europea remodelada a su gusto, un 20% se pronunciará por el no y un 15% todavía duda.

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