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Horas bajas para Major ante el congreso conservador británico

La conferencia anual del Partido Conservador británico se presenta tormentosa. Ya no es sólo Maastricht lo que encrespa a los tories: la caída de la libra, el vertiginoso incremento del paro, el fracaso de la política europea y la aparente parálisis del Gobierno son cargos de los que John Major deberá responder también ante sus bases. El primer ministro llega a Brighton, la ciudad costera del sur de Inglaterra donde hoy comienza la conferencia, en el peor momento de su carrera política.Dos encuestas reflejaron ayer las dificultades a las que se enfrenta Major. La primera de ellas revelaba que sólo el 38,7% de los británicos se siente satisfecho con su actuación como premier, y que tres de cada cuatro piensan que el Gobierno está infligiendo un grave daño a la economía. La segunda indicaba que dos de cada tres británicos se oponen al Tratado de Maastricht.

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Entre las bases tories empieza a calar la idea de que el país va a la deriva y de que el Gobierno de la nación es incapaz de mantener el timón. El presidente del partido, Norman Fowler, se esforzaba ayer por disipar esa impresión y por animar el ambiente: "Se equivocan quienes piensan que esta conferencia será un desastre. Esta va a ser la conferencia en la que los conservadores se revolverán y se lanzarán de nuevo al ataque".

No está del todo claro quién sufrirá ese anunciado ataque conservador. Con los laboristas recién derrotados en unas elecciones, las víctimas de las invectivas tories no pueden ser más que dos: la Comunidad Europea y el Sistema Monetario Europeo, por un lado, y el propio Gobierno de John Major, por otro. Uno de los cabecillas del bando euroescéptico, Tony Marlow, afirmó ayer que Major cometería "un error catastrófico" si persistiera en su apoyo a Maastricht, y prometió "no detenerse ante nada" en su propósito de impedir que el Reino Unido apruebe el Tratado para la Unión Europea.

Major y sus colaboradores en el partido parecen haber conseguido, al menos, limitar a sólo unas horas la estancia de Margaret Thatcher en Brighton. La ex primera ministra, por la que los euroescépticos sienten una creciente nostalgia y que ayer hablaba en Madrid, asistirá solamente al debate económico previsto para el jueves. No se espera que intervenga, pero si lo hace será para poner en aprietos al canciller del Exchequer (ministro de Economía), Norman Lamont, y no a John Major.

A diferencia de la conferencia laborista, la conservadora no tiene facultades para modificar el programa político. Se limita a aprobar ponencias cuyo valor es meramente indicativo. Ni siquiera sirve para apuntalar líderes: Margaret Thatcher fue forzada a dimitir al cabo de sólo un mes de ser aclamada por la conferencia de 1990.

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