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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Melodrama con gemelas

En Demasiado corazón, Agustín Díaz Yáñez parte del tradicional tema del doble, pero en su atractiva variante gemelas, para hacer un guión bien dosificado, hábil e interesante. Aunque para ello no acude a las resonancias literarias, e incluso cinematográficas del tema, sino que las aprovecha para, según sus intereses, construir un atractivo melodrama con gemelas. De manera que no sólo la historia está bien construida, sino que los personajes son consistentes, los diálogos suenan bien y, de una manera muy personal, la apoya en objetos, en pequeños detalles, dentro de la tradición que nace directamente del cine mudo.Este sólido guión presentaba el problema, a la hora de convertirse en imágenes, de narrar una historia un tanto excesiva, llena de muertes y sucesos inusuales, desarrollada en un ambiente ligero y bastante difícil de captar, pero la gran habilidad narrativa del director, Eduardo Campoy, mucho mayor si se tiene en cuenta que Demasiado corazón es sólo su segundo largometraje, supera con facilidad esta prueba para dotar al conjunto de la necesaria armonía.

Demasiado corazón

Director: Eduardo Campoy.Guionista: Agustín Díaz Yáñez. Intérpretes: Victoria Abril, Manuel Bandera, Pastora Vega, Mónica Molina. España, 1992. Estreno en Madrid: Palafox, Arlequín, Cristal, Albufera, Vaguada, La Dehesa, Parquesur.

'Hortera de playa'

La historia de las hermanas gemelas, muy compenetradas, que siempre han vivido juntas hasta que una de ellas decide casarse, y que acaban enamorándose de un hortera de playa, tal como le definen en uno de los diálogos, necesitaba además una excelente actriz, y Campoy la ha encontrado en Victoria Abril. Después de trabajar juntos por primera vez en A solas contigo, donde Victoria Abril encarna a una ciega, en esta ocasión consigue . uno de sus mejores trabajos de su brillante carrera para interpretar a las gemelas Clara y Ana, pero no por el habitual método de que sean lo más distintas posibles, sino por el mucho más difícil y mejor de que resulten exactamente iguales en todo.En ese atractivo conjunto, al que sólo podría acusarse de que pierde el ritmo en algún momento para hacerse demasiado lento, brillan con especial fuerza algunas escenas de muy difícil ejecución que resultan perfectas. Valgan como ejemplo la comida en la que la gemela buena conoce a la familia del hortera de playa, que encierra una muy brillante y efectiva planificación en un difícil juego de miradas; y otra en tono de comedia donde las gemelas, su enamorado y la hermana de éste beben coscorrones y descubren la afición de una de ellas a comer bolitas de pan, tan compleja como bien resuelta, y donde Victoria Abril está realmente maravillosa.

Tampoco hay que olvidar al resto del reparto, desde unas eficaces Pastora Vega y Mónica Molina en sus breves cometidos hasta un Manuel Bandera que gracias al buen oficio de Eduardo Campoy no sólo resulta un buen cantante, sino un interesante actor. Así como los modélicos efectos especiales, de los que en ningún momento se abusa, siempre muy bien realizados y que permiten hacer alguna virguería aislada.

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