"Yo estuve bien; los toros, mal"
Enrique Ponce, que abandonó la plaza con cara de circunstancias, manifestaba ya en el hotel que si no salieron las, cosas como pretendía, la culpa era de los toros: "A mi juicio, el resumen de la corrida es éste: yo estuve bien, y los toros mal". Después, puntualizaba: "Mi único borrón fue la espada, pero con el atenuante de que fallé por tirarme arriba, sin recurrir a los bajonazos que me aconsejaban mis subalternos".Los argumentos con los que explicaba su actuación eran: "Les hice faena a los seis toros, y de no ser por esos fallos a la hora de matar habría cortado dos orejas al cuarto, una al tercero, y habría salido a hombros, y ahora hablaríamos de triunfo". El valenciano-jiennense encontró al público un poco duro con él, y lo entendía: "Sobre todo se mosquearon cuando vieron a mitad del festejo que no llegaba el éxito en el que ellos y yo confiábarrios". También escuchó alguna recriminación de los tendidos por no torear con la izquierda: "Pues ha sido al revés, a todos mis enemigos les di algún natural, aunque utilizé más la derecha porque iban menos mal por ahí".
Con respecto al juego de los toros, culpables según él de esa ausencia de triunfo, expresaba sus quejas: "Fueron mansos y sosos en general, con el añadido de que segundo y quinto echaban la cara arriba. Sólo colaboraron el cuarto y el sexto hasta que se rajó a media faena". Al coletudo, que quería desmentir los rumores sobre su cambio de apoderado, ya sólo le preocupaba el futuro: "Me quedan ocho corridas en España y más de 30 en América antes de iniciar una nueva campaña española en la que deberé refrendar mis triunfos de 1992".
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