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EL FUTURO DE EUROPA

Major dice que Maastricht sigue vivo y augura su ratificación por los Doce

Enric González

El primer ministro británico, John Major, dijo ayer que "se equivocan quienes piensan que el Tratado de Maastricht está muerto", y aseguró que finalmente sería aprobado por los 12 países miembros de la Comunidad Europea. Major volvió a condicionar el retorno de la libra al Sistema Monetario Europeo a una "profunda reforma" de dicho mecanismo, y agregó que en cualquier caso tal retorno está lejano. Major soportó un áspero debate parlamentario en el que no sólo fue criticado por la oposición, sino por sus propios diputados euroescépticos, pero recibió al fin un voto de confianza.

La primera cosa aclarada en la Cámara de los Comunes, convocada en sesión extraordinaria tras la devaluación de la libra, fue que John Major no se ha convertido de la noche a la mañana en un euroescéptico, como podían dar a entender algunas de sus más recientes declaraciones. Pero tiene que maniobrar en la ambigüedad para no avivar la rebelión anticomunitaria en el partido conservador. Los inspiradores de la rebelión prefirieron reservarse ayer y no mostrar sus fuerzas a la hora de votar: la política económica y europea del Gobierno' fue respaldada por 322 de los 336 escaños tories. La oposición sumó 296 votos. Major reiteró su compromiso con Maastricht y pronosticó, sin fijar plazos, que el tratado sería aprobado por los 12 países miembros de la CE. En ningún momento habló de que el texto tuviera que ser renegociado o modificado sustancialmente, aunque consideró imposible que la unión monetaria pudiera conseguirse en los plazos previstos.Sí, proclamó, dirigiéndose a sus propias filas, que debían combatirse las tendencias centralistas en la Comunidad, y que las naciones-Estado debían predominar sobre. burocracias supranacionales como la Comisión Europea. "British first!" (lo británico, primero), exclamó, haciendo suyo el lema de los euroescépticos.

El canciller del Exchequer, Norman Lamont, defendió fogosamente su propia actuación durante la crisis monetaria y atribuyó la culpa de la devaluación, como de costumbre, al Bundesbank. Respecto a la política económica a partir de ahora, Lamont demostró estar, como su primer ministro, aún conmocionado por la traumática salida del Sistema Monetario Europeo (SME) y sin ideas claras sobre el futuro. El ex primer ministro Edward Heath, el miembro más veterano de la Cámara y adalid de los conservadores procomunitarios, se felicitó de que Major mantuviera una posición "positiva para el Reino Unido y positiva para Europa".

Nuevo líder laborista

La segunda cosa meridianamente clara tras el debate de ayer, es que Major tendrá durante esta legislatura un rival parlamentario mucho más preparado y certero que Neil Kinnock. El nuevo líder laborista, John Smith, consiguió que toda la Cámara -conservadores incluidos- se carcajeara con su despiadada narración sobre las desventuras monetarias del Gabinete. Smith respaldé, sin embargo, el compromiso de Major con la Comunidad, y exigió que éste fuera más concreto. El líder laborista ha conseguido acallar las disensiones antieuropeas en su partido hasta la semana próxima, en que la conferencia anual del laborismo establecerá la línea oficial sobre Maastricht.

En tercer lugar, el debate demostró que no se producirá un auténtico motín antieuropeo en el partido conservador si no aparece una figura alternativa a Major. Y, de momento, no se vislumbra esa figura. La votación puso de manifiesto que la inmensa mayoría de los diputados tories prefería cerrar filas en tomo a su Gobierno que dar ventajas a la oposición.

Los viejos militantes conservadores suelen comparar al partido con un burro: sólo necesita instrucciones sencillas y rotundas y un cuidado mínimo. Cuando se le dan órdenes precisas (como las daba Margaret, Thatcher), el partido es una máquina disciplinada capaz de votar blanco o negro, según se le diga. Cuando se le dan órdenes contradictorias (como ocurrió respecto a Europa en los últimos días de la dama de hierro, y podría ocurrir desde ahora), el partido enloquece.

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