Tarde de sudar la taleguilla
Trabajosa tarde, duro empleo, relativa oportunidad la ofrecida a tres toreros locales, poniéndoles delante de una corrida que no dio la menor ocasión para sentirse a gusto. Tarde de "pico y Palha", o sea, de sudar la taleguilla a base de bien, aunque el otoño se nos echó encima y acabamos todos soñando con un puesto de castañas asadas.La primera parte de la tarde, fue la menos mala. Los toros, parados y quedándose debajo de los engaños, medio dejaron que los toreros lo intentasen y Ricardo Sánchez Marcos logró, tras un seguro tanteo, una faena bastante compuestita, en la que sobresalieron unos naturales de mucho mérito cuando el toro se le puso incierto. El aire, por si fuera poco, trastornó todo y molestó a los toreros, añadiendo incomodidad tras incomodidad. En el cuarto, Sánchez Marcos comenzó verdaderamente la tragedia porque el animal, además de blando, se quedaba debajo de la muleta descolocando al espada.
Palha / Marcos, Bento, Ramos
Toros de Palha, tardos los tres primeros y con muy mal estilo los últimos.Ricardo Sánchez Marcos: estocada corta atravesada (oreja); estocada corta atravesada y tres descabellos (silencio). Rui Bento Vasques: pinchazo y estocada desprendida (oreja); cinco pinchazos y media estocada baja (ovación y saludos). José Luis Ramos: pinchazo, estocada y descabello (silencio); pinchazo, estocada y cinco descabellos (silencio). Dos toros de Felipe Bartolomé para rejoneo. Javier Buendía: rejón trasero y contrario (vuelta). Antonio Correas: rejonazo y cuatro pinchazos (silencio). Plaza de la Glorieta, 21 de septiembre. 10ª y última corrida de feria. Lleno.
El portugués Rui Bento tuvo primeramente a un toro que el tercer pase no lo tragaba ni bebiendo agua, esforzándose en dejar clara su condición tirándole un derrote que casi lo prende. El torero le echó coraje. En el quinto, que había pegado unas oleadas tremebundas en banderillas, macheteó sobre las piernas y cuando intentaba matarlo, sufrió un acosón yendo a caer en el estribo y resultando con una brecha en la cara.
José Luis Ramos tuvo peor suerte todavía. Su primero, andaba, no le dejaba colocarse y aquello era un no vivir. Pero donde fue el lío padre, el desorden mayúsculo y el desbarajuste por antonomasia fue en el sexto, que por defecto en la vista o por mansedumbre teñida de mala uva, hizo correr a todo el mundo, protagonizó un primer tercio (por llamarlo de alguna forma) en el que por su cuenta y riesgo fue alrededor de 13 veces al caballo entre refilonazos, picotazos, varas y varitas, sin preferencia alguna entre el de tanda o el de puerta, y en la muleta dejó constancia de que aquello era imposible.
Con todo este barullo de lidia y las anodinas actuaciones de los dos jinetes rejoneadores terminó la edición de 1992 de la Feria de Salamanca en la que, ¡por casualidad venturosa!, pudimos ver una verdadera corrida de toros -la de Baltasar Ibán, el domingo pasado-, y de la que, esforzándonos mucho, podríamos recordar muy poquitas cosas felices más.
Babelia
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