_
_
_
_

Un periódico es como el pan

'Oslobodenje' no ha fallado ni un día a sus lectores en Sarajevo

Alfonso Armada

Si hay un edificio con el que los atacantes serbios se han ensañado a conciencia en Sarajevo, ése es el del diario Oslobodenje (Liberación). La torre principal es un esqueleto ahumado que desagua una cascada de hierros y escombros. La redacción y las oficinas aún son atacadas por francotiradores. Artillería pesada, tanques y morteros se han cebado contra Liberación, que no ha dejado de salir ni un solo día a la calle desde que, el pasado 5 de abril, empezó la guerra en Bosnia-Herzer govina. Porque, como afirma Gordana Kenezevic, directora en funciones, "a veces un periódico es más importante que el pan".

"Antes, Oslobodenje era un lugar para trabajar. No me sentía emocionalmente vinculada al diario. Pero, desde que estalló la guerra, la redacción es el lugar más ¡mportante para todos nosotros, y tratamos desesperadamente de sacar el periódico a la calle todos los días", asegura con determinación Gordana Kenezevic, de 42 años, serbia nacida en Belgrado, redactora jefa convertida en directora tras el accidente de tráfico sufrido por Kemal Kurspahic, el director. Es como un síntoma de normalidad que Sarajevo necesita para salir adelante. "Es vital que, en medio del desastre, el diario se mantenga fiel a sus lectores".Dos periodistas han muerto a causa de la guerra, entre ellos el fotógrafo Kjasif Smajlovre, degollado por los atacantes serbios cuando supieron que trabajaba en Oslobodenje. En el diario trabajan serbios, musulmanes y croatas, aunque la mayoría son musulmanes. "Pero preferimos considerarnos bosnios", dice Arina Sarac, redactora dé 43 años. De los 40.000 ejemplares que tiraba antes de la guerra ha pasado a 7.000. De los 100 periodistas de plantilla, ahora trabajan 40, que, junto a los 20 impresores, es todo el personal que saca adelante el diario. "Son parte de las medidas de guerra acordadas en una asamblea con el director al comienzo de la guerra", dice su directora en funciones. "Entonces nos dijo que todos deberíamos convertimos en reporteros de guerra, y que no habría ningún tipo de recompensa por un trabajo que era necesario hacer. Nuestra primera obligación es sacar el periódico a la calle todos los días".

Un edificio derruido

El periódico se sigue tirando en el mismo lugar, en los sótanos de un edificio derruido. Un equipo de periodistas e impresores trabaja, vive y duerme en la sede del periódico, y son relevados al cabo de siete días. "Para evitar el riesgo que supone acercarse al periódico, objeto de constantes ataques. El martes una redactora recibió un balazo", dice Gordana Kenezevic. La falta de papel es uno de los mayores quebraderos de cabeza. De ahí que se redujera drásticamente la tirada y que de 20 o 24 páginas se pasara a las cuatro u ocho actuales. Los almacenes de papel están bajo control de los atacantes serbios, y una partida donada por el Gobierno francés se encuentra en Split a la espera de ser trasladada a Sarajevo por avión. En principio tienen reservas de papel para unos quince días.

La redacción se ha trasladado a dos pequeñas oficinas situadas en la antigua sede de la compañía de ferrocarriles, junto a la presidencia de la República. Un periodista va todos los días con su Golf hasta el periódico y carga la tirada. Después es distribuida por toda la ciudad. Los periodistas no sólo escriben, sino que se han convertido en distribuidores y vendedores. El propio director ha vendido el diario en su barrio. Disponen de un teléfono y de cuatro o cinco máquinas de escribir. Junto a Oslobodenje, otros dos diarios se mantienen contra viento y marea en Sarajevo, el diario Vecernje Novine (Noticias de la Tarde), y el semanario Slobodna Bosna (Bosnia Libre).

La redactora Arina Sarac, con su marido en el frente y una hija de año y medio, participa en un proyecto en el que tambien colaboran periodistas de Oslobodenje y esposas de periodistas del diario con hijos pequeños para tratar de evacuar a un total, de 25 personas (madres e hijos) de Sarajevo para que pasen el invierno fuera de la ciudad sitiada. Un invierno que se presume especialmente dramático, dadas las condiciones de vida en la ciudad y el bombardeo que no cesa. Para ello reclaman el apoyo de sus colegas más allá de las fronteras de Bosnia-Herzergovina.

Gordana Kenezevic dice que Oslobodenje se ha convertido en un periódico "patriótico", porque la primera misión es "liberar al país", pero eso no quiere decir que coincida "al ciento por ciento con las decisiones del Gobierno ni que haya perdido su espíritu crítico. Lo que ocurre es que se hace más hincapié en todo lo que contribuya a terminar la guerra que en las diferencias. En cualquier caso, no hay ningún tipo de censura gubernamental Ni somos la voz del Gobierno ni somos oposición. Tras la liberación, el Gobierno puede estar seguro de que Oslobodenje será un periódico crítico". Ahora, todas las secciones están dedicadas a informar acerca del conflicto y de la vida cotidiana en la guerra El corte de comunicaciones les impide informar como quisieran de lo que ocurre en el resto de la república, pero a través de radio aficionados han empezado a incluir crónicas de otros lugares, como Mostar o Jablanica.

El mejor diario

Kurspahic está postrado en su casa del barrio de Trg Pere Kostorica, uno de los más peligrosos de la ciudad de Sarajevo. Herido, "indirectamente a causa de la guerra", por un accidente de tráfico, un delirio en Sarajevo, Kurspahic recuerda que en 1988 fue elegido por los periodistas de Oslobodenje como director, rompiendo una tradición de directores marionetas controlados por el partido comunista. Su apuesta por un periodismo crítico y profesional se vio coronada al año siguiente con la elección de Oslobodenje como mejor periódico de la antigua Yugoslavia por un jurado de periodistas.

El año 1990 emprendieron la batalla por la independencia económica y contribuyeron al establecimiento de una sociedad multipártidista en Bosnia-Herzergovina. Lucharon con éxito contra la ley que pretendía introducir a un representante en la redacción de cada uno de los tres partidos étnicos de la república -musulmanes, serbios y croatas-, construyeron un nuevo edificio -hoy casi reducido a escombros- y se convirtieron en una empresa floreciente. Además de Oslobodenje, imprimían 20 publicaciones periódicas propias, y en sus talleres también se elaboraban otras 200 cabeceras, además de libros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_