Los partidarios de Maastricht en Francia recurren al catastrofismo para atraer a los votantes indecisos
Los partidarios franceses del Tratado de Maastricht volvieron ayer a hacer un uso masivo del denominado argumento del miedo. Desde el socialista Pierre Bérégovoy hasta la liberal Simone Veil, todos describieron en términos siniestros las consecuencias nacionales e internacionales de un rechazo francés del tratado. Ese catastrofismo reflejó su escasa seguridad en la victoria. Los sondeos secretos, los de consumo interno de los poderes políticos y económicos, seguían dando la ventaja al sí, pero por un margen tan ligero -entre el 51% y el 54% según aquellos a los que EL PAÍS ha tenido acceso- que nadie osa encargar champaña para el domingo.
El problema estriba en que el guionista del culebrón del referéndum sobre Maastricht sólo escribirá su último capítulo el próximo domingo. Entretanto, los episodios rocambolescos se suceden. Al del descubrimiento de que el presidente François Mitterrand tiene un cáncer de próstata siguió el de la tormenta en el seno del Sistema Monetario Europeo (SME).Los dos bandos que se enfrentan en el referéndum sobre Maastricht intentaron arrimar el agua de la crisis a su molino. "¿Cómo podemos seguir discutiendo sobre la moneda única cuando el SME acaba de estallar?", se preguntó el ultraderechista Jean-Marie Le Pen en un debate televisado. "La crisis monetaria es la demostración del contrasentido histórico que representa Maastricht", apostilló el gaullista Philippe Séguin.
Numerosos partidarios del sí respondieron a estas declaraciones. "Sólo la moneda única permitirá evitar desórdenes monetarios como los de las últimas horas", afirmó Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea. También pusieron el acento en la inquietud con que los socios de Francia siguen la campaña del referéndum. "He hablado con John Major y Helmut Kohl, que como es sabido no pertenecen a la misma corriente política que yo, y los dos esperan con cierta angustia el voto de los franceses", dijo Bérégovoy, el primer ministro socialista. Pero los enemigos de Maastricht replicaron diciendo que si los extranjeros tienen tanto interés en que gane el sí, quizá sea porque eso les beneficia a ellos, pero no necesariamente a Francia.
El ex presidente centrista Valéry Giscard d'Estaing prefirió seguir halagando el orgullo nacional de sus compatriotas. "Votando sí a Maastricht", dijo, "los franceses recuperarán el liderazgo de Europa". Todos los comentaristas subrayaron que una victoria del vi será un gran triunfo político para Giscard.
Giscard fue el único defensor del tratado que no usó a fondo el argumento del miedo. Simone Vell, ex ministra de Giscard, insistió en la descripción de lo que puede ocurrir si triunfan los enemigos de Maastrich: "El no introducirá a Francia en una zona de grandes turbulencias".Por ahí fueron también los socialistas en el último gran mitin de su campaña, celebrado el miércoles por la noche en Crétell, cerca de París. Ante unas 2.000 personas -el pasado sábado, los partidarios gaullistas del no reunieron en la capital casi 10.000 simpatizantes-, comparecieron los tres principales líderes socialistas: Bérégovoy, Laurent Fabius y Michel Rocard. No estuvo Delors, que, deprimido y marginado por los socialistas, ha hecho una campana muy triste a favor del sí.Bérégovoy mencionó las "turbulencias financieras y económicas" que seguirán a un voto negativo. "La victoria del no debilitará a Francia", dijo Rocard. "La construcción europea", afirmó Fabius, "avanza como un avión bimotor. Sus dos motores son Francia y Alemania. Si uno se para, el vuelo debe suspenderse de inmediato".
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