Alemania, unión e insolidaridad
El otro día, un conductor de autobuses de Potsdam (Alemania del Este) se quejaba abiertamente de ganar tan sólo 1.000 marcos, es decir, 2.000 menos que sus colegas occidentales, y, como muchos alemanes, también se quejaba de que los refugiados en Alemania reciben más ayudas estatales que los propios alemanes.Por una parte, es admirable que el Gobierno alemán mantenga a casi todos los extranjeros que llegan a Alemania huyendo de las guerras y de la miseria de sus respectivos países. Por otra parte, este mismo Gobierno tendría que preocuparse más por sacar adelante a sus propios ciudadanos y dedicarse más intensamente a la ardua tarea de la unificación alemana.
Más que terminar con los rencores del pasado, la unificación alemana ha creado nuevos rencores. De este lado, se dice que los hasta ahora llamados hermanos del Este están resultando demasiado caros, y mientras en el Oeste se vive un intento desaforado por integrar los nuevos Estados federales a la Europa comunitaria, los sueldos, sin embargo, siguen estando muy por debajo de los de sus compatriotas occidentales.
La reconversión industrial en la Alemania del Este se está convirtiendo en las rebajas de Occidente. Las empresas de Alemania Occidental compran a bajos precios las pocas fábricas que a la larga les resultarán rentables. El resto las cierran sin ofrecer otra alternativa a los trabajadores.-
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