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El Encinar de los Reyes vuelve a ser español

La urbanización de El Encinar de los Reyes, ocupada por militares norteamericanos y sus familias durante 34 años, presentaba ayer un panorama de pueblo abandonado. Situada a ocho kilómetros de la capital, a orillas de la autovía de Burgos, ya se ha quedado vacía. El pequeño enclave de EE UU disponía de bomberos propios -serán hoy los últimos en salir-, escuelas estadounidenses, sheriff, y carteles y señales en inglés. Ayer, las últimas familias abandonaban sus privilegiadas viviendas, que salen ya al mercado de alquiler con unos precios entre 150.000 y 175.000 pesetas.

Ayer aún podían observarse camiones de mudanzas que recogían enseres y electrodomésticos para trasladarlos a la base militar de Torrejón de Ardoz, cuyo sector norteamericano dio sentido a esta urbanización del norte de Madrid. De ahí serán trasladados a Washington.El Gobierno norteamericano alquiló hace 34 años a la empresa Encinar de los Reyes, SA, la finca donde están ubicadas las viviendas, con una extensión de 1,3 millones de metros cuadrados. En la actualidad, esta inmobiliaria recibía por el alquiler más de 1.100 millones de pesetas mensuales.

En la Finca -casi aneja a la lujosa urbanización de La Moraleja- se alzan 866 viviendas, agrupadas en edificios de dos plantas con cuatro casas cada uno (dos arriba y dos abajo) y accesos independientes y garaje. También pueden verse algunas viviendas pareadas y otras unifamiliares, éstas muy es asas. En el exterior de cada edificio no existen vallas que separen las parcelas, sino amplias zonas verdes, ahora secas, que integran a las propias casas en el medio ambiente; y entre ellas, multitud de parques con juegos infantiles, cuyos elementos esperan la visita de nuevos niños.

La presencia norteamericana en El Encinar se limitaba ayer a varios vehículos militares, un inspector llegado de la base de Torrejón y el coche de bomberos, que hoy hará su última salida por las calles de la urbanización para dirigirse a la instalación militar, según aseguraba el único norteamericano que al mediodía se encontraba en una de las oficinas del centro de control.

En las dependencias policiales, desiertas ayer también, podía verse tras un cristal el centro de comunicaciones por el que en plena guerra del Golfo se transmitían órdenes de extremar la vigilancia en toda la urbanización.

15.000 familias

Cerca de 15.000 familias norteamericanas han ocupado las viviendas de El Encinar de los Reyes durante estos 34 años. Cada una de ellas permanecía en su casa una media de dos años, lo que ha provocado que "estén maltratadas por unos inquilinos que son de un estrato relativamente bajo y que en general tratan con poca delicadeza todas las cosas que no son suyas", según asegura José Manuel Cajigas Olazábal, presidente del consejo de administración de la inmobiliaria.La finalización del contrato de arrendamiento el próximo 30 de septiembre y el abandono de las viviendas antes de esta fecha han posibilitado que sus propietarios les estén haciendo un lavado de cara con el firme propósito de que el 1 de octubre puedan ser ocupadas 40 de ellas por sus nuevos inquilinos.

Así al menos lo asegura Antonio Vicioso, responsable de la empresa inmobiliaria en la zona, quien añade que el plan de renovación proyectado supera los 3.500 millones de pesetas. Vicioso reconoció ayer que Encinar de los Reyes, SA, negocia con el Ayuntamiento de Madrid, en cuyo término municipal se encuentran 324 viviendas, la construcción de nuevas edificaciones, aunque no pudo precisar el número de éstas.

En cambio, en la zona de la urbanización situada en el municipio de Alcobendas, que abarca 542 viviendas, construir más es imposible ya que las normas urbanísticas de este municipio no lo permiten, dado que la edificación autorizada está sobrepasada.

Mientras, en las calles de El Encinar las señales de tráfico siguen aconsejando conjuntamente no sobrepasar los 40 kilómetros por hora o las 25 millas por hora. Las luces encendidas en el interior de las casas y los obreros en plena labor de rehabilitación son testigos ya del paso de un buen número de vehículos con matrícula española.

A escasos 500 metros de la entrada, Alberto Guillem, sentado en el interior de la oficina de control, atiende a los visitantes desde hace 32 años. Las personas que acuden estos días a la urbanización tienen un propósito concreto: preguntar el precio de las viviendas que quedan vacías.

Guillem tiene anotada a la visita de 43,3 personas que han pasado por su oficina y han recibido la información de que las viviendas se alquilarán, pero no se venderán, al menos de momento.

El alquiler oscilará, dependiendo de la extensión de los pisos, aunque todos sobrepasan los 150 metros cuadrados. Como resultado de una primera fase de rehabilitación que afecta a las viviendas situadas en el término municipal de Madrid, el precio de éstas rondará las 150.000 o 175.000 pesetas al mes. Posteriormente, el alquiler alcanzará las 250.000 pesetas para las casas situadas en Alcobendas. Según los responsables de la inmobiliaria, pretendientes no van a faltar.

Este territorio, en efecto, está dividido en dos, algo que nunca ha importado a sus moradores, que en su mayoría no han llegado ni a saberlo.

De la extensión total de la finca, arrendada por el Gobierno norteamericano para albergar "a sus muchachos", 858.104 metros cuadrados, con 324 viviendas, pertenecen al término de Madrid. Las restantes 542 viviendas, situadas en 454.789 metros cuadrados, están bajo jurisdicción del municipio de Alcobendas; y en medio, un pequeño cuartel de la Guardia Civil, también con viviendas para sus ocupantes.

Un pequeño Estado

La urbanización El Encinar de los Reyes se convirtió desde finales de los años cincuenta en un pequeño Estado norteamericano, con su propia policía, bomberos, tiendas y prácticamente todos los servicios que necesitaban sus pobladores, soldados norteamericanos acompañados de sus familias. Incluso él autobús escolar fue traído de Estados Unidos. Ir al Encinar era cruzar la frontera. Señales de tráfico, paradas de autobús, advertencias en los parques públicos, matrículas de vehículos, así como las viviendas señalizadas con un número, todo en inglés, trasladaban al visitante a Estados Unidos. Incluso la edificación -con grandes espacios ajardinados- difería mucho de lo que se acostumbra a ver. No es de extrañar que se. mostraran apesadumbrados a la hora de partir.

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