Dos 'picassos' en el museo
Mientras la mayoría de los invitados se dedicaban al cava y los canapés, Claude y Bernard Picasso, hijo y nieto respectivamente del pintor, recorrían en solitario las distintas salas del museo. "Es que la pintura no le interesa a nadie. Es muy difícil. Nosotros hemos vivido la pintura desde que nacimos", decía Claude a modo de disculpa, mientras contemplaba a través de los ventanales de la segunda planta del museo el trajín de los camareros, a los que María Corral había impuesto cofias y guantes blancos para la ocasión.Claude, -de 45 años, hijo de Picasso y Françoise y hermano de Paloma- y Bernard -36 años, nieto a través de Paul- son dos de los cinco herederos que quedan del pintor. Firmes defensores del traslado del Guernica al Reina Sofía -Claude: "A mí nunca me gustó el Casón, era un horror"; Bernard: "Aquí está magnífico, fantástico"-, prefieren no comentar las declaraciones de Paloma, en las que criticaba que la obra de Picasso no se instalara en el edificio del Museo del Prado. Incluso Claude se enteró ayer por su sobrino de dichas declaraciones. "Yo es que en verano me refugio en una isla griega" se disculpa.
Quizás por su mayor dominio del castellano, Claude es más expresivo, mientras Bernard se dedica a sonreír cautivadoramente. "Seguramente la idea original fue la de instalar el Guernica en el Prado", dice Claude, "pero ahora ese museo es muy distinto de lo que era hace años. El emplazamiento idóneo es este del Reina Sofía".
"Hoy es un día muy importante para el arte español. Nosotros hemos querido apoyar esto con nuestra presencia y lo que esperamos es que esta colección crezca. Esto sólo es el comienzo". "Cuando la gente vea que es un museo que está bien, que tiene buenas salas y buena pintura empezará a venir", es la contestación de Claude a la polémica que ha rodeado el centro. Reina Sofía. "Hay que olvidarse de las polémicas. La vida va ha cia delante y la pintura tiene que ir siempre por delante de todo. Esa es su filosofía", reflexiona el hijo del pintor.
Y cuando los periodistas se van, los Picasso prosiguen su recorrido por la pintura, lejos de copas y canapés.
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