"La próxima revolución es la del desarrollo sostenible"
"Ya hemos aprendido lo que tenemos y no tenemos que hacer. Hemos dado pasos muy importantes de concienciación. Ahora tenemos que pasar ya a los hechos", afirma William H. Mansfield, director ejecutivo adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). "El mundo ha de afrontar un cambio radical en las formas de producción, intercambio y gestión de recursos, ha de plantearse una nueva revolución, la tercera en la historia de la Humanidad. La primera fue la agrícola, la segunda la industrial, y ahora tiene que llegar la del desarrollo sostenible [respetuoso con su entorno]". El plazo que da: diez años. "Después, el daño puede ser tan grave que ya sea tarde".
Sus opiniones vienen respaldadas por un currículo con referencias constantes a la diplomacia y el medio ambiente. Norteamericano de 60 años, Mansfield fue director adjunto de Asuntos Medioambientales del Departamento de Estado y Administrador Adjunto de a Oficina de Actividades Internacionales de la Agencia de Medio Ambiente, ambos organismos de Estados Unidos. Ahora es la mano derecha de Mostafá Tolba, director del PNUMA con sede en Nairobi (Kenia). Con esta trayectoria, Mansfield, que estuvo en Sevilla para participar en el día de la ONU, puede muy bien evaluar el comportamiento de EE UU con el medio ambiente: "En los años setenta, era claramente el país pionero. A partir de la segunda mitad de los ochenta, la CE ha tomado el relevo para desempeñár un papel más activo".
Considera un buen ejemplo de esto la negativa de la Administración de Bush a firmar el Convenio sobre Biodiversidad en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro. "Sin embargo, han dejado saber que van a trabajar ateniéndose al Convenio, aunque no formen parte de él".
Cuando entra en asuntos muy concretos, Mansfield se encuentra menos cómodo en la conversación, por mucho que su amabilidad trate de disimularlo. Cuando se le pide que destaque los esfuerzos conservacionistas de algún Gobierno, por ejemplo. Tras darle vueltas a la cabeza un buen rato, dice: "Fue una gran iniciativa la tomada por el Gobierno alemán y el francés para crear el Fondo Global para el Medio, Ambiente (GEF), formado por 130.000 millones de pesetas para tres anos. Y los esfuerzos de la primera ministra noruega, Gro Harlem, para explorar cómo llevar a la práctica el desarrollo sostenible".
Algo parecido le pasa a la hora de hablar de las empresas y las multinacionales: "Han hecho muchos progresos, pero les queda todavía mucho por. hacer. Muchas empresas se han dado cuenta de que el medio ambiente puede ser un buen negocio y una buena vía de relaciones públicas. Hay que agradecerles los pasos que están dando. La comunidad empresarial ha cooperado mucho con el PNUMA en los temas de control de desechos tóxicos y del debilitamiento de la capa de ozono".
Aunque insiste en que nunca hay que perder el, optimismo, hay algo en el mundo que Mansfield ve especialmente serio y dramático: la situación en África. "En los años ochenta la economía de este continente se deterioró un 20%".
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