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La emoción del manso

Antonio Lorca

Al menos, la corrida no fue aburrida. Fue emocionante, como corresponde al variado comportamiento del toro manso que desarrolla casta. Hubo momentos bellos protagonizados por Finito de Córdoba ante dos mansos nobles; otros, muy toreros, de Espartaco, y momentos dramáticos ocasionados por el segundo toro, muy peligroso, que cogió espectacularmente al subalterno Guillermo Gutiérrez, El Ecijano, aunque sin graves consecuencias. Pero hubo, sobre todo, sensación de peligro, sensación de fiesta de toros. Y la hubo pese a que los toreros no fueran capaces de cortar una sola oreja, y pese a que gran parte de los espectadores no se enterara de lo que pasaba.El primero de Espartaco fue un manso de solemnidad; un mulo que desarrolló peligro a medida que avanzaba la lidia. Huía de los capotes, de los caballos y hasta de su sombra. Incomprensiblemente, el público inició una ruidosa protesta pidiendo su devolución. El toro no fue picado convenientemente, porque los picadores de hoy sólo saben picar el toro tonto. Llegó entero abanderillas y dispuesto a coger por la espalda a quien osara acercársele. Y la lotería le tocó a El Ecijano, a la salida de un par, al que volteó y buscó con saña. El torero, desmadejado y sin conocimiento, ingresó en la enfermería donde los médicos le apreciaron una fuerte conmoción y un varetazo en el pecho. Mientras tanto, los espectadores -los no aficionados- se querían comer al presidente, y llenaron el ruedo de botellas, latas y numerosas almohadillas. Entre tan variados objetos, Espartaco plantó cara al peligroso toro y le indicó con autoridad quién mandaba . No fue, porque no podía serlo, una lidia estética, pero sí muy torera. En el mismo tono estuvo ante el quinto, otro manso que se negaba a embestir. Sin grandes alardes, fue capaz de dominar la situación, y enseñarle al toro el camino de unos buenos naturales, hasta que el animal entendió que no tenía futuro.

Dávila / Capea, Espartaco, Finito

Cinco toros de Sancho Dávila, (uno rechazado en el reconocimiento), mansos y flojos; 2º y 5º, peligrosos; 3º y 6º, nobles; 4º, inválido, y uno de los Herederos de José Luis Oshorne, flojo y noble. Niño de la Capea: pinchazo y estocada (vuelta); pinchazo y bajonazo (silencio). Espartaco: pinchazo y casi entera baja (ovación); cuatro pinchazos y estocada baja (palmas). Finito de Córdoba: tres pinchazos y casi entera (ovación); media tendida (vuelta). Plaza de toros de Málaga, 21 de agosto. Lleno.

Finito tuvo más suerte. Lo más noble fue para él. También fueron suyos los momentos más bellos. Más animado que otras veces, tuvo la oportunidad de "romper" la Malagueta en su primer toro y no lo hizo. Con gusto, porque lo tiene, pero por debajo de la extraordinaria calidad del toro. Elegante y tardío en el sexto, que se rajó pronto.

Suficiente Capea, sin emocionar, ante su primero, de embestida noble e incansable. Breve y expeditivo ante el inválido cuarto.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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