Un inmenso legado
Cuando, a primeros de julio, estuve en Colombia decidí continuar viaje a Ecuador, sin tener nada previsto al respecto. Una corazonada me dijo que debía visitar a García Bacca, residente allí desde hacía muchos años y con el que mantuve amistad y correspondencia desde finales de los años sesenta. Cuando llegué a Quito me puse en contacto con el filósofo, pero su mujer me advirtió del estado delicado de salud en que se encontraba, debido a una reciente gripe.Aun así pude hablar con él por teléfono y su alegría al saber que estaba en Quito le llevó a invitarme a su casa. Al día siguiente estuve allí durante una hora, ya que su estado de salud y la sordera que padecía no permitían más. A pesar de todo, le encontré bien, lúcido y con deseos de seguir trabajando y escribiendo. Llegó incluso a hablarme de un posible viaje a España en el otoño. Ahora la noticia de su muerte me sorprende y conmueve.
En estas condiciones, hablar de la enorme significación de García Bacca como filósofo y como pensador es extraordinariamente difícil. Su obra es inmensa y requiere un análisis pormenorizado desde muchos ángulos y por muy diversos especialistas, dada la complejidad de la misma. Entre otras cosas, García Bacca introdujo la lógica matemática en España; prestó atención al pensamiento español e hispanoamericano en sus muy diversas facetas; fue conocedor de la ciencia actual y de los últimos avances científicos, en los que procuraba siempre estar al día; estaba versado en lenguas clásicas y nos ha dejado traducciones completas de Platón, de Plotino y de otros filósofos antiguos; era un gran aficionado a la música, sobre la que escribió uno de sus últimos libros, Filosofía de la música; pero, sobre todo, prestó particular atención a la economía y a la sociedad, pues en ellas creía que estaba la clave del presente y del futuro. Se le ha tenido por marxista y, efectivamente, de alguna manera lo fue, pues manejaba los textos de Marx con gran soltura. Sin embargo, su originalidad le llevaba a interpretarlo de un modo muy personal y heterodoxo, que hubiera suscitado las condenas de los marxistas ortodoxos.
Crítica de la razón económica
Es difícil decir cuál fue su principal aportación, pero creo que su crítica de la razón económica, que interpreta el mundo como un mercado sujeto a la transformación del pensamiento y de la creación humana, es la clave de una filosofía como una empresa colectiva de emancipación y de creación social a través del pensamiento. Esto es lo que él llamaba un plan de realismo integral e integérrimo, en su propia terminología. Así se explica el gran proyecto en el que se embarcó hace poco y que titulaba Pasado, presente y porvenir de grandes nombres, entre los que entendía cuestiones como mitología, teogonía, teología, filosofía, ciencia, técnica... A estos estaba dedicado el primer tomo aparecido en México en 1988. Cuando le visité esperaba el segundo tomo con impaciencia, para entregar a la editorial el tercero.
De esta última obra me dedicó un ejemplar, posiblemente una de las últimas cosas que escribió antes de morir. Estando allí y conversando con él en su casa de Tumbaco, a varios kilómetros de Quito, en una hacienda solitaria, comprendí que no necesitaba apenas compañía humana. Vivía en un mundo poblado por su imaginación, su cultura, su inmenso saber y su enorme capacidad de creación filosófica e intelectual, como lo acreditan libros que serán clásicos; entre ellos Metafísica natural estabilizada y problemática metafísica espontánea, o Humanismo teórico, práctico y positivo según Marx. Entre los últimos creo ineludible citar ¿Qué es dios y Quién es Dios? y también el publicado en 1991 Sobre el Quijote y don Quijote de La Mancha, un denso estudio que acredita esa capacidad de creación filosófica y de fabulación intelectual en que era un maestro. Escucharle era entrar en ese mundo imaginativo, y por eso, esta última visita que le hice, presintiendo su próximo fin, me ha explicado mucho de su obra y de su persona. Ahora hay que leerle, estudiarle, conocer y meditar sobre el inmenso legado que nos ha dejado.
Babelia
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